¿Está amenazada la civilización occidental? La tesis de este artículo es que sí, o al menos lo suficiente como para tomarse en serio el asunto y actuar en consecuencia. Y no lo digo pensando en mí mismo: si llegara a producirse su colapso, a los boomers ya nos cogería de salida. Lo digo porque creo en la responsabilidad de dejar el mejor mundo posible a las generaciones futuras.
Como se desprende de mis palabras, valoro positivamente los principios que encarna lo que entendemos por civilización occidental. Soy consciente de sus carencias y de sus imperfecciones, pero sigue siendo, con mucho, preferible a muchas de las alternativas que hoy afloran en distintas partes del mundo. Precisamente por eso, creo que preservarla no es una opción: es un deber. Es nuestra herencia.
No estamos ante un debate abstracto. Nos obliga a tomar posición —por difícil o incómodo que resulte— en cuestiones candentes como el conflicto Irán-Israel, la multiculturalidad, el dinamismo económico, el envejecimiento de la población o la inmigración, entre otras.
Para centrar el tema, conviene delimitar qué entendemos por civilización occidental. Y para eso, voy a tirar de inteligencia artificial, porque sinceramente: no lo voy a resumir mejor que Grok.
Se entiendo por civilización occidental el conjunto de culturas, valores, instituciones, tradiciones y sistemas de pensamiento que se han desarrollado principalmente en Europa Occidental y sus áreas de influencia.
Características principales:
Raíces históricas: Se origina en las civilizaciones de la Antigua Grecia (filosofía, democracia, arte) y Roma (derecho, administración, infraestructura). Incorpora influencias del judeocristianismo, que moldeó la ética, la moral y las instituciones religiosas.
- Valores y principios:
- Énfasis en el individualismo, la libertad personal y los derechos humanos. Desarrollo de la democracia como sistema político. Promoción de la razón, la ciencia y el método científico, especialmente desde el Renacimiento y la Ilustración.
- Estado de derecho y separación de poderes.
- Hitos culturales:
- El Renacimiento, que revitalizó el arte, la literatura y el conocimiento. La Reforma Protestante y el desarrollo del catolicismo, que influyeron en la religión y la política.
- La Ilustración, que fomentó ideas de progreso, igualdad y libertad.
- La Revolución Industrial, que transformó la economía y la sociedad.
Amenazas/Decadencia
La cuestión que se plantea es: ¿la civilización occidental está realmente amenazada? ¿Está en decadencia? Y si lo está, ¿merece ser preservada y, por tanto, defendida?
Las amenazas son diversas: desde la crisis demográfica hasta el multiculturalismo o el colectivismo, pasando por la pérdida de dinamismo económico frente a otras regiones del mundo. Pero quizá la amenaza más peligrosa sea interna, y proceda del discurso de la izquierda woke, que criminaliza la historia occidental y, paradójicamente, se alinea con todos aquellos que disputan la hegemonía futura a Occidente —ya sean chinos, islamistas o dictadores sin matices—, representantes de todo lo contrario a los valores de la Ilustración.
Francamente, me parece necesario evitar por todos los medios que nuestros hijos sean gobernados por la sharia o el mundo por el Partido Comunista Chino. Defender nuestros valores exige políticas firmes y sostenidas en el tiempo, a veces impopulares, y en ocasiones implica enfrentarse a quienes quieren destruirlos.
Como han señalado varios líderes europeos, Israel, al enfrentarse a Irán, nos está haciendo el trabajo sucio. Las instalaciones nucleares del régimen iraní deben ser destruidas. Se les ha permitido avanzar en su agenda mientras fingían negociar el freno a su programa nuclear. No ha sido así. Ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos. Y no solo en este asunto.
No sé si es posible revertir la decadencia occidental en general y la europea en particular, pero quedarse impasible mientras ocurre no debería ser una opción. El peor enemigo es el que, desde dentro, promueve la inacción frente a los retos que ya no podemos obviar, ya sea por connivencia con los enemigos o por mero cálculo electoral.