Los Angeles Lakers, franquicia de referencia del deporte mundial, cambia de manos en una operación de las que marca época: la familia Buss, realeza del deporte americano, ha acordado vender el control -se deshace del 66%- del equipo por 10.000 millones de dólares al magnate financiero Mark Walter, quien es a su vez dueño de los Dodgers de la MLB.
Este movimiento convierte la venta en la más cara de la historia del deporte profesional estadounidense, superando ampliamente los 6.100 millones pagados este año por los Boston Celtics. La transacción marca el fin de una era, iniciada en 1979, cuando el Dr. Jerry Buss compró a los Lakers por 67,5 millones. Sí, incluso inflación mediante, la ganancia es sustancial.
Mark Walter no es un desconocido en el mundo deportivo. CEO de Guggenheim Partners -la pasta viene de la gestión de activos-, Walter ya había adquirido participación minoritaria en los Lakers en 2021. También lidera la propiedad de los Dodgers, el Chelsea FC, y tiene inversiones en la WNBA, la NHL femenina y un equipo de Fórmula 1. Casi nada.
A pesar del traspaso, Jeanie Buss seguirá como gobernadora de la franquicia, y la familia conservará un 15 % de participación para mantener el legado familiar. Los Buss son una institución dentro del mundo del deporte estadounidense; por lo que la simbología de su permanencia no es menor para la nueva dirección.
La operación genera, más allá del embeleso inicial, algún que otro interrogante. Con Walter al mando, los Lakers podrían entrar en una nueva era de grandes inversiones –su precedente con los Dodgers avala su predisposición al dispendio-. Apasionado del deporte, al flamante empresario no le tiembla el pulso a la hora de multiplicar los presupuestos para asegurar la excelencia.
