La reunión ‘privada’ celebrada ayer entre Pedro Sánchez y Salvador Illa ha desatado la rumorología sobre la posible candidatura del catalán en caso de que nuevas revelaciones en materia de corrupción llevasen a Sánchez a renunciar a la presidencia del Gobierno español.
Los escenarios del desenlace de la crisis son diversos. La postura oficial de Sánchez es agotar la legislatura. Pocos creen que esta opción sea viable. Sin presupuestos y con la mayoría que todavía le apoya marcando perfil propio en la mayoría de iniciativas gubernamentales, llegar al verano de 2027 se antoja un vía crucis imposible. La presentación de una moción de censura con una mayoría alternativa, aún limitada a la convocatoria de elecciones, tampoco tiene visos de hacerse realidad. Junts, Podemos, el BNG no van a apoyar una moción presentada por el PP. La moción de confianza , reclamado por los socios, sólo sería posible con la garantía de su apoyo, lo que a día de hoy pocos le ofrecen.
El escenario más probable, salvo nuevas revelaciones que afecten directamente al Presidente o a su entorno familiar, es que Sánchez busque una ventana de oportunidad para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones, con el propio Sánchez de candidato. El discurso del freno a la derecha y la ultraderecha, la reducción de jornada, la oposición al aumento del gasto militar como le exige la OTAN y el propio Trump, incluida la promesa de un referéndum para salir de la OTAN; serían sus argumentos electorales.
En el supuesto, para nada descartable a día de hoy, de que Sánchez se vea arrastrado a dimitir y a no repetir como candidato es cuando la figura de Salvador Illa puede cobrar protagonismo. Bien siendo el candidato del PSOE a las elecciones, bien con un paso intermedio; intentar que el Parlamento lo designe presidente a instancias del PSOE sin pasar por nuevas elecciones. No parece fácil que Junts apoye esta posibilidad dada la oposición radical que los post-convergentes vienen practicando contra Illa. Aún así Illa podría someter su candidatura al Congreso, que aún siendo derrotada le sirviera como carta de presentación ante toda España. Su investidura, aún fallida, como inicio de la campaña electoral. La puesta por Illa estaría siendo apoyada por Zapatero aunque desde el PSC la operación levanta reticencias.