No, no vamos bien. El aparato sanchista proclama hoy con entusiasmo un “récord histórico” de 21,86 millones de afiliados a la Seguridad Social en junio de 2025. A esto suma una reducción del paro al nivel más bajo en 17 años y la creación de 2,85 millones de empleos en la última legislatura. ¡Estupendo! ¿no?. Pues no tanto; el triunfalismo oficial oculta un secreto a voces: el mercado laboral español está marcado por la precariedad, la estacionalidad y una manipulación estadística sistemática.
Junio registra un nuevo récord de afiliación, con 21,86 millones de afiliados.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) July 2, 2025
El paro vuelve a caer y se sitúa en la cifra más baja en 17 años.
En siete años de Gobierno progresista, España ha creado 2,85 millones de empleos.
¡Seguimos!
Los datos de contratación son reveladores. En junio se firmaron 1,49 millones de contratos, pero solo el 15% fueron indefinidos a tiempo completo -unos 215.000-. El 61% fueron temporales y el 15,8% fijos discontinuos -como olvidar esa joya estadística-, una figura que permite al Ejecutivo maquillar los datos de empleo estable: el trabajador aparece como afiliado, aunque no esté trabajando. De hecho, en 2025 el porcentaje de indefinidos reales ha caído del 25-27% en 2019 al 15% actual.
Mientras tanto, el Gobierno presume de una tasa de paro del 11,36%, pero la cifra excluye a más de 1,2 millones de desempleados ocultos registrados como «demandantes con disponibilidad limitada», «fijos discontinuos» sin actividad o «personas desanimadas». Si se incluye este colectivo, el paro efectivo –es decir, el real– supera con creces el 15%.
El total de personas apuntadas al SEPE y que no trabaja supera los 3,5 millones.
— Daniel Lacalle (@dlacalle) July 2, 2025
El paro efectivo no ha bajado desde 2019.
El número de personas desocupadas ocultas de las cifras oficiales del paro supera los 1,2 millones. pic.twitter.com/Bnl785c3iX
Desde 2018 la contratación ha caído un 25% respecto a los niveles previos a la pandemia. La productividad se estanca en un exiguo 0,5% anual y la deuda pública ronda el 103,5% del PIB. A esto se suma una pobreza infantil del 35% y precios de alquiler que superan los 900 euros mensuales en muchas ciudades -cortesía, entre otros, de nuestra avanzadísima legislación sobre el alquiler-.
El empleo crece, sí, pero gracias al turismo masivo -85 millones de visitantes en 2024- y, más preocupantemente, los 69.000 millones de euros en fondos europeos. Si ese dinero se destinara a inversiones de alto valor añadido y la creación de un empleo capaz de sostenerse en el tiempo, la situación no seria tan grave, pero no hay reformas estructurales ni mejora real en la calidad del trabajo. La Inspección de Trabajo lo confirma: en lo que va de año ha detectado más de 54.000 contratos irregulares por uso fraudulento de temporales y fijos discontinuos. Si el dinero de los fondos se quema en empleos públicos sin ninguna incidencia y subvenciones que no cumplen con los objetivos establecidos, cuya subsistencia depende de las transferencias monetarias de la UE, de poco sirve a largo plazo.
España no vive un milagro laboral, sino una operación cosmética. Las cifras oficiales venden éxito, pero tras ellas se esconde un mercado laboral frágil, volátil y manipulado.