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De víctimas honradas a personajes apestados

De víctimas honradas a personajes apestados
Presidente, vicepresidentes y ministros del Ejecutivo. / X.

Cuando Ábalos, secretario de organización del PSOE y ministro de Transportes fue cesado en julio de 2021, nadie levantó la voz contra él y quien había sido su jefe de filas y compañero de fatigas durante tantos años aún tuvo a bien mostrarle su solidaridad, confesarle que echaba de menos sus consejos y hasta hacerlo diputado en Cortes en las elecciones de julio de 2023. De Cerdán, socialista ejemplar al que le cuadra muy bien el dicho “en boca callada no entran moscas”, diligente y sigiloso interlocutor cuyos apaños con el prófugo de Waterloo y el etarra Otegui posibilitaron a Sánchez salir investido presidente el 16 de noviembre de 2023, sólo cabe recordar los abrazos, los elogios y la cerrada defensa de su honorabilidad por parte de las fuerzas vivas del partido (Montero, Bolaños, Patxi López y tantos otros) hasta pocas horas antes de su sonada dimisión el pasado 20 de junio. Al igualmente ejemplar aizcolari del que nadie quiere saber nada ahora en Ferraz y en Moncloa, los ciudadanos hemos de agradecerle hablar más de la cuenta y registrar algunas  sabrosas conversaciones mantenidas con sus socios sobre amaños de obras, reparto de mordidas y contratación de señoritas de compañía.

El PSOE no responde

A algunos bienintencionados votantes del PSOE les sorprenderá todavía el brusco cambio de guion. El director de la orquesta pretende convencerlos de que desconocía hasta el 12 de junio por la mañana que los dos concertinos, elegidos por él mismo y con quienes ensayó infinidad de obras durante tantos años en la intimidad, desafinaban estrepitosamente, y ha respondido con rapidez y contundencia para expulsarlos del paraíso progresista-feminista. Aunque los líderes del PSOE se han referido a ellos como la “mancha de unos pocos” que traicionaron su confianza y pretenden hacernos cree que esto no va de personas sino de un gran proyecto político, Sánchez y el PSOE tienen un problema serio porque dos de las tres manzanas podridas en el cesto resultan haber sido sus más cercanos colaboradores en el Gobierno y el partido. Incluso a los más fervientes progresistas va a resultarles difícil digerir que el Hermano del hermanísimo no se enteró de nada y no asume responsabilidad política alguna por haber sustituido en la secretaría de Organización a una manzana agusanada con otra hasta el corazón podrida.

En su segunda comparecencia en Ferraz el 16 de junio, Sánchez comenzó agradeciendo “de corazón el apoyo, la empatía y la solidaridad de todos los miembros de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE en el día de hoy, que me han trasladado de manera personal… en unos días que, como ustedes se pueden imaginar, están siendo difíciles para el conjunto de la familia socialista”. ¡Menuda familia! Al parecer ningún miembro de la familia tuvo agallas, no ya para pedirle responsabilidades a su secretario general, sino para expresar siquiera alguna discrepancia ante una situación en la que la caída del secretario general está cada día más cerca y amenaza con arrastrar también al partido. Me parece oportuno destacar el orgullo con que Sánchez reivindicó “toda la tarea que el gobierno de coalición progresista, con el Partido Socialista Obrero Español a la cabeza, ha logrado y está logrando en estos siete años tan difíciles que nos han tocado gestionar de la vida política, social y económica”

¿Toda la tarea? Ya saben de qué va la cosa: gestión ejemplar de la pandemia con un exceso de mortalidad cercano a 50.000 personas entre el 9 de marzo y el 10 de mayo de 2020; desplome histórico de la actividad económica ese mismo año; indultos en junio de 2021 a los protagonistas del golpe de Estado organizado por la Generalidad de Cataluña en 2017 que habían sido condenados por el Tribunal Supremos; registro de la ley de amnistía el 13 noviembre de 2023 para comprar los votos de Junts e investir presidente a Sánchez; ataques a la judicatura por perseguir a presuntos delincuentes próximos al PSOE; respaldo al fiscal general del Estado imputado por el Tribunal Supremo; déficits públicos elevados y aumento sostenidos de la deuda pública; cientos de miles de trabajadores contabilizados como ocupados aunque no trabajan; utilización de la Fiscalía y la Abogacía del Estado para descarrilar los procesos judiciales que afectan al gobierno y al PSOE; ocupación de empresas públicas con afines al PSOE; etc. etc. En fin, todo un abanico de logros políticos y económicos asombrosos por los que la Comisión Ejecutiva Federal saca pecho.

Pura higiene democrática

Algunos bienintencionados ciudadanos recordarán varios casos de comportamientos nada ejemplares en nuestra corta historia democrática. Unos afectaron al PSOE de González (Filesa, Malesa y Time Export; Mariano Rubio y Banco de España; Roldán y los fondos reservados; etc.), y otros casos sonados se produjeron durante los dos mandatos del PP de Aznar (Zaplana; Matas; Gürtel; etc.) entre 1996 y 2004.  En el ámbito estrictamente político, algunos recordarán también el caso Amedo y Domínguez que acabó con los huesos del ministro Barrionuevo y Vera, secretario de Estado para la Seguridad, en la cárcel. O las informaciones falsas sobre existencia de armas de destrucción masiva a las que el PP de Aznar dio pábulo para justificar la participación más simbólica que real de España en la invasión de Irak, o el intento de Acebes, su ministro del Interior, de atribuir los atentados del 11 de marzo de 2004 a la organización terrorista ETA, una torpeza incomprensible que le costó al PP perder las elecciones tres días después.

Menciono estos casos para recordar que ninguno de los dos partidos que se han turnado en el gobierno de España desde 1982 está libre de pecado por mucho que sus líderes actuales proclamen ser distintos y prometan combatir la corrupción hasta sus últimas consecuencias. Ni lo han hecho hasta ahora y desde luego en el caso del PSOE de Sánchez vaya a hacerlo a partir de ahora. La corrupción y la desinformación han estado presentes en todas las sociedades y seguirán estando presentes en nuestro sistema político e instituciones después del ‘sanchismo’, que nadie se haga ilusiones al respecto. La diferencia esencial entre las democracias y las autocracias es que cuando las leyes garantizan la libertad de expresión y asociación y la división de poderes, como ocurre en la mayoría de democracias constitucionales, algunos casos de corrupción acaban antes o después aflorando a la superficie y sus responsables sentados en el banquillo. 

Pero ni siquiera en las democracias resulta siempre posible desenredar las complejas madejas y juzgar a quienes realmente cometieron los delitos. A algunos quizá pueda parecerles poca cosa, pero es a cuanto podemos aspirar siendo realistas. Dicho esto, la corrupción durante el ‘sanchismo’ ha alcanzado unas cotas nunca vistas hasta ahora ni en los gobiernos precedentes ni en algunas Comunidades Autónomas, como Andalucía, Baleares o Cataluña, donde se han producido casos sonados. Y es que los protagonistas del principal caso de corrupción instruido por el Tribunal Supremo, Ábalos, exsecretario de Organización del PSOE (2015-2021) y exministro de Transportes (2018-2021) y Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE (2021-2025), formaron parte del núcleo de colaboradores más cercanos de Sánchez durante una década y desarrollaron sus actividades delictivas mientras desempeñaban sus responsabilidades en el Gobierno y el partido que lo respaldaba en el Congreso.

Sánchez se aferra a la Moncloa no para defender la honradez de su partido ni la transparencia de las instituciones ni un proyecto político progresista, como cínicamente dio a entender en el patético Comité Federal celebrado para sustituir a Cerdán el 5 de julio, sino porque quiere disponer de todas las palancas que le otorga ser presidente para interferir en las investigaciones judiciales en curso y encubrir su papel y el del PSOE en las tramas de corrupción investigadas por el Tribunal Supremo, el juez Peinado y la jueza Biedma. Nadie en la Comisión Ejecutiva Federal mostró coraje político para exigir responsabilidades políticas a su secretario general y sólo García-Page se atrevió a cuestionar su continuidad en el Comité Federal. Por otra parte, Sumar se ha limitado a gesticular para la galería mientras los avalistas de Sánchez en el Congreso (ERC, Junts, PNV y EH Bildu) se muestran encantados de verle postrado a sus pies dispuesto a darles lo que le pidan. Al PP sólo le cabe reclamar todos los días elecciones generales para poner fin a esta bochornosa etapa de despropósitos y cinismo sin parangón, y cada vez somos más los que nos sumamos al coro, no porque seamos tan ingenuos como para pensar que las elecciones van a resolver el grave deterioro institucional y los problemas económicos que Sánchez va a dejarnos en herencia, sino por pura higiene democrática: para acabar con la corrupción ‘sanchista’.

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