La realidad es innegable pese a los esfuerzos de las autoridades: el 78,7 % de los detenidos en la ciudad durante 2024 han sido personas extranjeras. ¿Fuente? Las estadísticas conjuntas de los Mossos y la Guardia Urbana, con un total de 21.808 detenciones, de las cuales 17.158 correspondieron a personas sin nacionalidad española.
El impacto, ya de por si notable, es aún más contundente en ciertos delitos urbanos. En hurtos, el más frecuente en la ciudad, el 91 % de los detenidos fueron extranjeros. Los robos con violencia muestran una tendencia similar, con un 83,5 % de arrestados sin DNI español. Las cifras en tráfico de drogas -74 %- y agresiones sexuales -73 %- tampoco se quedan cortas.
Este fenómeno no puede seguir siendo ignorado: la práctica totalitad de la delincuencia en Barcelona está protagonizada por personas extranjeras, muchas de ellas sin arraigo, en situación irregular o multirreincidentes; 452 delincuentes habituales fueron responsables de más de 9.000 delitos a lo largo del año. Todo dicho.
Pese a lo evidente de los datos y lo solvente de las fuentes, el Ayuntamiento y su espacio ideológico afín insisten en relativizar la situación. Argumentan que no debe “estigmatizarse” a la inmigración, que «la nacionalidad no debe condicionar la percepción del delito» y «que estas cifras deben analizarse con cautela para evitar discursos de odio». Miren, los hechos son claros: Barcelona ha importado parte de su actual problemática delictiva como consecuencia de una política migratoria sin filtros ni control efectivo.
El debate ya no gira en torno a la existencia o no de esta realidad. La mayoría de personas superamos esa pantalla hace años. Se trata de decidir qué medidas aplicar. Algunos partidos exigen expulsiones inmediatas para delincuentes reincidentes extranjeros, otros abogan por reforzar los «programas de integración y los mecanismos de prevención social» -los millones ya invertidos no parecen avalar esta línea de actuación- y los másatrevidos siguen negando el problema.
Barcelona afronta una crisis de seguridad vinculada a la inmigración descontrolada. Punto. Los datos están sobre la mesa. Ocultarlos o edulcorarlos solo contribuirá a agravar el problema. Si quieren que les voten, dejen de engañar al ciudadano.