España lidera. El Estado vuelve a situarse a la cabeza del desempleo juvenil en Europa; somos los número 1. De acuerdo con los datos publicados por Eurostat -medio poco sospechoso de pertenecer al espacio mediático ultraderechista– la tasa de paro entre los menores de 25 años alcanza el 25,4 % en nuestro país, casi duplicando la media de la zona euro -14,4 %- y de la Unión Europea -14,8 %-, y situando a España en peor posición que países con economías mucho más pobres y prácticamente en desarrollo.
EU #youth #unemployment in May 2025:
— EU Social 🇪🇺 (@EU_Social) July 10, 2025
🇪🇸25.4%
🇷🇴24.8%
🇸🇪23.3%
🇱🇺21.9%
🇮🇹21.6%
🇪🇪20.7%
🇬🇷19.9%
🇫🇮19.5%
🇵🇹19.5%
🇫🇷18.0%
🇧🇪17.4%
🇭🇷16.1%
🇸🇰15.0%
🇪🇺14.8%
🇱🇻13.5%
🇵🇱13.5%
🇱🇹13.2%
🇭🇺13.1%
🇸🇮11.6%
🇦🇹11.4%
🇩🇰11.4%
🇮🇪10.9%
🇧🇬10.0%
🇨🇾9.9%
🇨🇿9.7%
🇳🇱8.8%
🇩🇪6.6%
🇲🇹5.9%
ℹ️ @EU_Eurostat
Rumanía -16,1 %-, Bulgaria -17,4 %-, Croacia -18,0 %- y Eslovaquia -19,5 %- presentan mejores resultados. Estos países, pese a sus menores niveles de desarrollo económico, su manifiesta pobreza y sus notables dificultades estructurales, registran tasas de desempleo juvenil sensiblemente más bajas que la española. Incluso Grecia, históricamente asociada al desempleo masivo, ha reducido su tasa juvenil al 21,9 %, situándose por debajo de España.
Pero, ¿España no iba como un cohete? Pues no. El Gobierno sanchista presume de estabilidad económica y crecimiento del empleo. Sin embargo, la realidad evidencia que los jóvenes españoles siguen enfrentándose a un mercado laboral precarizado, con altíssima temporalidad pese a los datos maquillados, bajos salarios y escasas oportunidades de inserción estable.
El problema, es cierto, no es nuevo. España lleva años encabezando este ranking, con apenas leves fluctuaciones, lo que evidencia un problema estructural que trasciende coyunturas puntuales o cambios de gobierno. Sin embargo, el dato se vuelve especialmente indignante ante la grandilocuencia discursiva del Ejecutivo, que se abandera de un «crecimiento sin parangón» y usa de manera sistmática datos mutilados y sesgados para ocultar una realidad que no se le escapa a nadie, ni siquiera a sus más acérrimos fanáticos. Cuando la ministra de Hacienda fue cuestionada, datos en mano y desde un tono sosegado por esta cuestión, la socialista se limitó a criminalizar al grupo parlamentario que elevó la pregunta -Junts- y a echar balones fuera; ni una sola cifra pudo ser dicutida.
La brecha con Europa es evidente, pero no parece invitar a una reflexión seria más allá de los discursos triunfalistas. La generación joven española sigue siendo la gran olvidada de las políticas públicas, con un acceso imposible a la vivienda gracias a los experimentos fallidos y una pobreza al alza.