Ábalos sigue lanzando misivas. El exministro rompe -de nuevo- su silencio y ofrece nuevos detalles sobre la presunta trama de corrupción que le imputa por cohecho, tráfico de influencias y malversación. Desde su casa en Valencia, marcada por pintadas e insultos, el antiguo secretario de Organización del PSOE y hombre de máxima confianza de Sánchez -conviene ir recordándolo- defiende su inocencia y sigue con la narrativa de ser víctima de una campaña de desgaste y difamación política y personal.
“Colaborar no es delatar”. Ábalos afirma que quiere colaborar con la justicia, pero reserva aún esta dosis de lealtad. Conoció a Koldo García por intermediación directa de Santos Cerdán, su heredero como secretario de Organización del PSOE –caído también en desgracia-, y asegura que fue este quien se lo propuso como conductor cuando accedió al cargo. También apunta que la relación entre ambos era anterior. Concodiendo el currículim profesional de Koldo, la afirmación deja a Cerdán en no muy buen lugar.
Sobre los audios revelados por la UCO, pieza central en la investigación que hace tambalearse al Eejcutivo sanchista, Ábalos muestra cautela y niega conocer el contexto completo de las grabaciones. Raro. Señala, eso sí, que existen fragmentos donde Koldo lo exculpa directamente: “Ábalos no se lleva nada, no es un corrupto”. Teniendo en cuenta la relación de amistad entre ambos y que era el propio Koldo quien grababa a escondidas, la «prueba» no acaba de ser del todo convincente –más bien demasiado conveniente-.
Tampoco sabía, se ve, del patrocinio de AirEuropa a al organismo vinculado a Begoña Gómez, esposa de Sánchez. Reconoce, eso sí, la “angustia” con la que los Hidalgo buscaban acelerar el rescate durante la pandemia. Vamos, que habíai indicios muy claros sobre las motivaciones tras la presión.
Para el PSOE no escatima en críticas. Anuncia que se querellará por falsedad documental y estafa procesal por la auditoría impulsada por Puente tras su toma de control del ministerio, la cual fomentó y motivó su imputación; señala que es falsa e insinua un complot del partido, se entiende, para depurar en él todas las responsabilidades. La imagen que transmite -o pretende transmitir- oscila entre derrotado y beligerante. Algunas afirmaciones son de lo más disparatadas… Otras, no tanto.