Hoy se cumple un año de la aparición mariana de Carles Puigdemont y paralelamente también de la andadura de Salvador Illa al frente de la Generalitat. Desde Waterloo, el ex presidente fugado de la justicia, ha cargado contra la “anomalía democrática española”, que supuestamente impide su regreso a Cataluña.
Detenido ad eternum
Según ha narrado el gerundense, su intención el 8 de octubre de 2024 fue acceder al debate de investidura del Presidente de la administración catalana. Sin embargo, el líder de Junts, pese a poder llevar a cabo una escena de corte simbólica, como fue intervenir en Arco de Triunfo, tuvo que huir cames ajudeu-me minutos después, custodiado al menos por un Mosso d’Esquadra corrupto.
Puigdemont, ante las acusaciones de una parte del nacionalismo catalán que empieza a estar harta de simbolismo y pide acción, ha manifestado: “Era consciente del enorme riesgo que corrí y de la elevada probabilidad de que acabara detenido y enviado a Madrid para ser arrestado de manera incondicional”.
Contra la «normalidad»
Bajo su punto de vista, afirma que estas acciones “ponen en evidencia que España no es una democracia previa” y confirma que de momento no volverá porque tiene intención de combatir “a quienes predican el evangelio de la mentira, de la normalidad”.
Un dardo envenenado dirigido al PSC, a quien acusa de “querer imponer la más profunda desnacionalización de Cataluña”.