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Tras la polémica con una organización comunista por intentar ejecutar el desalojo de una inmigrante que debe al Ayuntamiento de Girona más de 17.000 euros, la CUP ha decidido rechazar ahora la apertura de un centro para personas sin hogar en la ciudad.
Se escudan en la financiación
“Es necesario el centro, pero no debemos asumirlo todo”, reconoció Lluís Salellas, alcalde del municipio. Según denuncia la formación nacionalista, el proyecto impulsado por la Generalitat —que habilitaría unas nuevas instalaciones para acoger a personas en situación de calle— hace recaer toda la financiación sobre la administración local, pese a que también afecta al área metropolitana.
Esta condición les impide apoyar la iniciativa socialista y añade un nuevo escollo al desbarajuste ideológico que atraviesa la CUP, un clima que ya propició la salida de su principal rostro en el Parlament, Laia Estrada.
¿Qué corriente se impondrá?
Todo apunta a que la corriente más conciliadora con la socialdemocracia gana terreno, aunque todavía quedan focos nada desdeñables, especialmente en la provincia de Girona, que buscan recuperar posiciones más identitarias frente al despertar conservador que se está produciendo en Cataluña.
El propio Salellas ya se presentó con cantos de sirena en una de sus últimas entrevistas antes del periodo vacacional: “La gente de orden somos nosotros”. El desenlace de la pugna interna se conocerá cuando se elija nuevo portavoz en la Cámara catalana: ¿será Laure Vega —que ya se presentó a las primarias contra Estrada— o logrará la facción norteña relegarla e imponer un discurso más radical?
