Joan-Ramon Laporte, una reconocida voz de la farmacología internacional. Catedrático emérito de Farmacología en la Universidad Autónoma de Barcelona, fundador del Institut Català de Farmacologia y miembro del comité de medicamentos esenciales de la Organización Mundial de la Salud. Pionero en farmacovigilancia, dedica su carrera a estudiar los efectos adversos de medicamentos y vacunas, así como a denunciar los conflictos de interés entre la industria farmacéutica y determinados sectores académicos, sanitarios y mediáticos. Conocido por su independencia y rigor, Laporte confronta a grandes laboratorios y advierte sobre los riesgos del sobrediagnóstico y la medicación excesiva.
En la entrevista de este fragmento, de Ricardo Moya para su podcast, Laporte expone su visión crítica sobre la gestión informativa, política y científica de las vacunas contra la COVID-19.
El doctor Joan-Ramon Laporte (@joanrlaporte) parla de les vacunes, la covid, els interessos farmacèutics i tot el que es va crear al voltant d’això.
— Ramon Audet i Sánchez🤠 (@ramon_audet) August 10, 2025
Va ser una època de cacera al dissident, de complaença de ments dèbils i d’una societat que va deixar a Orwell de moderat. pic.twitter.com/qEGIuB0r6u
Denuncia que, desde el inicio de la pandemia, los medios de comunicación replicaron sin cuestionar los comunicados de las farmacéuticas sobre la eficacia y seguridad de sus productos, pese a que la legislación prohíbe que estos anuncios tengan carácter promocional. Además, recuerda que muchos de los “expertos” consultados mantuvieron vínculos económicos -fueron pagados- con los fabricantes, algo que, asegura, en algunos casos sigue sin transparentarse del todo.
Su principal crítica se centra en la brecha entre la imagen transmitida y los datos reales. “Hoy está claro que la eficacia de las primeras vacunas contra la COVID-19 no supera los seis u ocho meses y que frente a variantes posteriores es mucho menor”. Estas vacunas, subraya, no evitan el contagio ni la transmisión, a pesar de lo cual se impuso el pasaporte COVID y dosis de recuerdo, algo que califica como “un abuso institucional”.
El experto cuestiona el uso indiscriminado del mantra “segura y eficaz” que, según él, se repite de forma acrítica cada vez que surge una nueva tecnología médica. “Por ser vacuna no eres estupenda; su bondad depende de si se necesita, de a cuánta población protege, cuánto dura esa protección y si es suficientemente segura para administrarla a personas sanas”, señala. Tanto seguridad y eficacia son términos relativos, que se establecen en relación a su contraparte. Un medicamento con un 30% de efectividad, por ejemplo, será considerado eficaz si los sujetos que no lo reciben se curan en una proporción menor a ese 30%.
Laporte explica que modificó su postura a medida que avanza la pandemia y se acumularon evidencias. Pasó de confiar moderadamente en la vacuna a mostrar un escepticismo creciente, al constatar que faltan datos sólidos sobre eficacia a largo plazo y seguridad frente a nuevas variantes.
También cuestiona el argumento de que las vacunas reducen hospitalizaciones, señalando que la relación causa-efecto no siempre está bien establecida. Para él, la seguridad y eficacia de cualquier intervención médica solo se confirman con el tiempo, como ocurrió con la vacuna del sarampión, que requirió ajustes antes de consolidarse como segura y duradera.
En definitiva, Laporte sostiene que términos como “eficaz” o “segura” son siempre relativos y provisionales. Por ello, pide que las autoridades y los medios comuniquen con transparencia y eviten presentar como certezas lo que son estimaciones sujetas a revisión.