Vivo ejemplo de frugalidad comunista. El patrimonio de Nicolás Maduro ha sufrido un notorio revés tras la incautación de parte de sus propiedas, cortesía del Gobierno de los Estados Unidos. Lo ha informado Pam Bondi, Fiscal General estadounidense, a la par que ha listado las pertenencias confiscadas al humilde líder venezolano: Dos jets Falcon privados, mansiones en República Dominicana y Florida, una granja de caballos, nueve vehículos de lujo y millones de dólares en joyas y efectivo. ¿El monto total? 700 millones de dólares americanos. Sobran las palabras.
Pamela Bondi, Fiscal General de los EE.UU. informa que hemos incautado a Nicolás Maduro USD$700 MILLONES en mansiones, carros, aviones y joyas. pic.twitter.com/j4MLtd6FAO
— Embajada de los EE.UU., Venezuela (@usembassyve) August 13, 2025
La operación se encuadra en la estrategia estadounidense de tratar a Maduro como líder de una organización criminal. A ojos de la justicia -y ciudadanía- americana, Maduro no es más que un mafioso, un delincuente glorificado directamente responsable, entre otras lindezas, de una red de narcotráfico.
Esta última ofensiva judicial no se limita a las sanciones o a la retórica diplomática: implica la incautación física de activos estratégicos que hasta hace poco estaban al servicio del presidente venezolano y su círculo cercano. Si bien los aviones no son la parte más sustancial del total requisado, su ostentosidad es tan descarada que fuerza más de una carcajada. Son dos: El primero, un Dassault Falcon 900EX valorado en unos 13 millones de dólares, adquirido a través de una empresa pantalla y trasladado ilegalmente fuera de territorio estadounidense, en violación directa de las sanciones y de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional. Utilizado en múltiples desplazamientos oficiales, este jet fue interceptado en la República Dominicana y posteriormente trasladado a Fort Lauderdale, Florida. El segundo, un Dassault Falcon 2000EX, perteneciente a la estatal petrolera PdVSA, que ha corrido la misma suerte: incautado en la isla caribeña, acusado de operar con piezas y soporte técnico estadounidenses sin autorización.
Las estructuras de poder de Maduro son, a criterio de EE.UU, «indistinguibles» con las de la mafia tradicional. “No es diferente a la mafia de antaño”. El golpe económico se complementa con uno de carácter simbólico y legal: el aumento de la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, que pasó de 25 a 50 millones de dólares. Esta cifra lo coloca en el mismo rango que algunos de los narcotraficantes más buscados de la historia reciente.