Matrimonio insospechado. La CUP de interior abraza las tesis migratorias de Aliança Catalana y se planta contra «la Catalunya dels 10 milions» -si el término les suena es, de hecho, porqué suele usarlo Jordi Aragonès, ideólogo de la formación de Orriols-. Las batallas son distintas. Para los anticapitalistas, el modelo viene reforzado por las «élites capitalistas», que buscan importar mano de obra barata para su modelo «de turismo y servicios precarios». Para AC, el problema contiene más variables, pero ambos análisis acaban en el mismo puerto; la inmigración degrada los salarios y calidad de vida de la población autóctona.
🗣️ @guillemsurroca i Jordi Casas (@cupnacional): “Cal qüestionar la Catalunya dels 10 milions quan el país cau a trossos"
— ElNacional.cat (@elnacionalcat) August 17, 2025
✍️ Una entrevista de @NuraPortella https://t.co/Bj5rpwdVS8 pic.twitter.com/VdepAjBAyh
Los anticapitalistas insisten en que la apuesta del PSC y de Junts por un país de 10 millones responde a «los intereses de los lobbies turísticos y de las élites empresariales». El resultado inmediato es la llegada de mano de obra barata -migrante en su práctica totalidad- que permite sostener ese engranaje.
Aliança Catalana, con un lenguaje muy distinto, llega a una conclusión casi idéntica: la inmigración masiva devalúa los sueldos, encarece la vivienda y presiona los servicios públicos. Más allá del marco ideológico, cada vez más indistinguible, el diagnóstico social coincide en un punto esencial: con la población disparada, el ciudadano catalán autóctono vive cada vez peor.
El discurso de la CUP, autoproclamado progresista, termina por compartir la misma lógica que el de Orriols. «Un país desbordado por un modelo económico que se alimenta de inmigración barata». La diferencia es cosmética -unos hablan de “drets universals” y los otros de “catalans de casa”-, pero el mensaje que cala en la calle es similar: demasiada gente, salarios cada vez más bajos y un futuro incierto.
La CUP, en riesgo de desaparición, pretende erigirse en el antídoto contra el auge de la «extrema derecha». Mientras, deriva discursiva refrenda la narrativa central de Aliança Catalana. En el debate de los 10 millones, los extremos acaban encontrándose.