Los partidos de fútbol en Sudamérica siempre han sido de mayor voltaje que en Europa. En España, por ejemplo, no se reporta una muerte desde 2014: fue el caso de “Jimmy”, miembro de los Riazor Blues —radicales del Deportivo—, lanzado al Manzanares, aturdido, tras ser apaleado por integrantes del Frente Atlético.
En el otro continente, en cambio, fallecer “a trompadas” en un estadio está ampliamente normalizado. La estandarización de la violencia es tal que no hay un comunicado de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) sobre los incidentes entre argentinos y chilenos esta noche, y el de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) no tiene una extensión superior a tres párrafos.
Tensión acumulada e incidentes en la previa
Esta madrugada, dos históricos del fútbol se disputaban avanzar a cuartos de final de la Copa Sudamericana: Independiente y Universidad de Chile. Los azules partían con cierta ventaja tras su victoria por 1-0 en el partido de ida. Ese resultado ajustado y el desencuentro histórico —trasladado al deporte— entre estos dos países prendieron la llama de la intolerancia antes del inicio del encuentro.
Ya en la previa, según información de La Tercera, autocares chilenos fueron atacados por radicales de Avellaneda. Durante la contienda futbolística, Los de Abajo —la barra brava chilena— intercambiaban objetos de todo tipo con sus homólogos argentinos: pirotecnia, palos, piedras e incluso restos de inodoro que habían desguazado en los vomitorios. Un grado de violencia que propició que muchos hinchas argentinos, ubicados justo debajo de la riña, abandonaran el partido antes de que finalizara la primera parte.
Por megafonía, antes de iniciar el segundo tiempo y con un 1-1 en el electrónico, se insistió en que depusieran las hostilidades o se iba a desalojar a los aficionados ‘chunchos’. Los enfrentamientos, pese a las reiteradas advertencias, no cesaron, y los desplazados se vieron obligados a abandonar el estadio.
Horror
Sin embargo, mientras los azules desfilaban hacia los autobuses que los trasladarían al campo, más de un centenar de barristas del Rojo decidieron ensañarse con una decena de rezagados que aguardaban para poder salir del Ricardo Bochini. Esta bochornosa escena se saldó con el partido suspendido definitivamente, un aficionado visitante saltando desde la tribuna superior al vacío, niños apaleados con barras de metal y otros hinchas desnudados en la grada, a los que posteriormente el tumulto abría la cabeza a golpes.
Además, cuando alguno de los rezagados conseguía huir, las autoridades argentinas o lo sometían al libre albedrío de las calles colindantes, sin protección, o directamente detenían al individuo apaleado. De momento no se han registrado muertos, aunque en medios locales se especula con que podría haber sido asesinado al menos un hincha de la U.
Por su parte, la CONMEBOL solo ha confirmado mediante una comunicación escueta que suspendía el partido hasta nueva orden, a causa de “la falta de garantías de seguridad del club local”.