bnew2025
bnew2025

Tierra quemada

Los expertos recomiendan medidas sencillas y no especialmente costosas que podrían mitigar los efectos de los incendios y a las que convendría prestar más atención

Efectivos de la UME intervienen en el incendio forestal de Barniedo de la Reina (Min. de Defensa).
Efectivos de la UME intervienen en el incendio forestal de Barniedo de la Reina (Min. de Defensa).

Mientras una buena parte de los españoles se afanan en apurar los últimos días de las vacaciones veraniegas y otra buena parte trabaja para hacerlas posible, los incendios recorren sin freno sierras, laderas, montes bajos y pastizales y una nube de cenizas ensombrece los cielos en buena parte del ruedo ibérico. A las imágenes de vecinos desalojados, casas a punto de ser engullidas por el fuego y el paisaje desolador de las tierras calcinadas se suman las de los bomberos, retenes contraincendios y unidades militares quienes, con medios a todas luces insuficientes y con alto riesgo de sus vidas, intentan minimizar los daños humanos y materiales ocasionados por unos fuegos desbocados que con frecuencia acaban extinguiéndose sólo cuando las condiciones ambientales mejoran apreciablemente o el combustible que los alimenta se agota.

Vulcano desatado

Según la oficina del Sistema de Información de Incendios Forestales Europeo (EFFIS), la superficie calcinada supera las 343.000 Has en lo que va de año, una cifra sólo comparable con las muy elevadas registradas en los años 80 y 90 del siglo pasado. El último informe de protección civil publicado el 3 de agosto, cifraba el número de víctimas mortales por causa directa del fuego en cuatro personas (dos ganaderos en Lérida y dos personas de los servicios de extinción, una en Tarragona y otra en Ávila), y en cinco el número de heridos (tres miembros de los dispositivos de extinción y dos ajenos a ellos); a la cifra de fallecidos, hay que sumar un trabajador en el incendio en Tres Cantos (Madrid) y dos voluntarios en Molezuelas de la Carballeda (Zamora) hasta el momento.

Aunque las llamaradas de los incendios han ocupado buena parte de los informativos este verano, lo cierto es que el número de fallecidos y heridos ha sido afortunadamente muy bajo. En cuanto a las pérdidas materiales, resulta prematuro aventurar cifras y, en todo caso, las Administraciones, incluida la UE, deberían agilizar los trámites para compensar a los afectados. Subrayo esta circunstancia, no con intención de minimizar el enorme dolor y el pavor vividos por quienes los han padecido y vivido en primera línea, lejos de mí semejante vileza, sino para destacar dos aspectos, a mi entender, dignos de destacarse, Primero, las actuaciones desplegadas por todas las Administraciones, incluidos las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pese a todos los errores que se hayan podido cometer en circunstancias cambiantes y complicadas, han desempeñado sus funciones e impedido que el fuego se cobrara un mayor número de víctimas. Segundo, algunas personalidades públicas y algunos medios de comunicación han utilizado como tea arrojadiza los sucesos para afear la gestión realizada por el gobierno de la Comunidad Autónoma más devastada por los incendios. Sólo a personas con una mente muy retorcida se les ocurriría achacar al presidente Illa la responsabilidad por las tres personas fallecidas en los incendios en Lérida y Tarragona, el pasado julio, pero estos días hemos visto a todo un ministro del gobierno ocupado, no en resolver los graves asuntos que afectan a su negociado, sino en tirar de ‘ironía’ para sacar tajada aprovechando que el Pisuerga por Valladolid pasa.

Incendios los ha habido, seguirá habiéndolos y hasta resulta razonable pensar que su frecuencia y virulencia podría aumentar en los próximos años. La disminución del terreno dedicado a usos agrícolas y ganadería extensiva han provocado un aumento sustancial de la masa forestal en España desde 1970 y hoy somos el tercer Estado de la UE con mayor masa forestal y el octavo en porcentaje sobre la superficie total. Por otra parte, la extracción maderera en España, casi hoy la única fuente de retirada de combustible del entorno, se sitúa en 40% del aumento neto de la masa forestal, la sexta cifra más baja de toda la UE, lo que resulta en un aumento sostenido del stock total de masa forestal no explotada. La presencia de una fracción creciente de masa forestal no explotada termina siendo antes o después combustible pasto de las llamas, un asunto que no es de derechas ni de izquierdas, ni se resuelve disparando salvas al cambio climático.

Acotar los estragos

Algunos afectados han reclamado a las Administraciones acometer tareas exhaustivas de limpieza y mantenimiento de las superficies forestales, una tarea tan ingente y costosa que se antoja imposible de llevar a cabo.  Estos días, se ha escuchado también a algunos políticos pedir la presencia de más efectivos de la UME e incluso la movilización de algunas unidades del ejército para colaborar en la tarea. Aunque para las víctimas de las llamas resulte reconfortante ver aparecer a los uniformados con sus imponentes equipos, la presencia de más unidades del ejército no va a resolver el problema de fondo: el crecimiento de la masa forestal no explotada. Lo que sí está en manos de todas las Administraciones es adoptar planes de actuación coordinados de carácter paliativo, libres en lo posible de injerencias ideológicas, para minimizar los impactos de los incendios en los próximos meses y años.

En relación a la coordinación, Barcones, directora general de Protección Civil, ha acusado a los gobiernos autonómicos del PP de haber “dilatado la petición de ayuda hasta el límite para luego acusar al gobierno de inacción”, y ha sacado pecho porque “quien sí ha trabajado con anticipación, como marcan todas las normas de gestión de emergencias, ha sido esta Dirección General”. La insinuación de que los gobiernos de algunas Comunidades dilataron deliberadamente la petición de ayuda para acusar al gobierno de inacción, resulta cuando menos francamente desafortunada, no más que la necia respuesta de Bendodo, vicesecretario de Política Autonómica del PP, al tildarla de pirómana. Lo que este incidente patético viene a demostrar es que las banderías políticas entorpecen la coordinación entre las Administraciones para gestionar las catástrofes y emergencias, y que los grandes perjudicados de estas trifulcas político-mediáticas son los ciudadanos que las padecen. ¿Tan difícil les resulta dejar a un lado las medias verdades y la rampante mediocridad sectaria incluso cuando el fuego prende en media España? No se les paga para protagonizar este tipo de espectáculos.

Los expertos recomiendan medidas sencillas y no especialmente costosas que podrían mitigar los efectos de los incendios y a las que convendría prestar más atención. Hay unanimidad en destacar la importancia de detectar y localizar los focos de los incendios con rapidez y contar con un número adecuado de retenes de actuación rápida, equipados con los medios necesarios, para atajar las llamas antes de que las altas temperaturas y el viento tornen el incendio en incontrolable. Las poblaciones próximas a zonas forestales, aquejadas por la despoblación y el consiguiente abandono de viviendas y parcelas antes destinadas a usos agrícolas y ganaderos, tienen que tener planes realistas para mantener el entorno inmediato al casco urbano libre de maleza y contar con los recursos suficientes para hacerlos efectivos. Estos planes de mantenimiento preventivo deberían resultar también de obligado cumplimiento en las urbanizaciones residenciales situadas en zonas boscosas.

Dentro del campo de la prevención, convendría también explorar la posibilidad de incentivar la explotación maderera para frenar el crecimiento sostenido de la masa forestal no explotada. Y en cuanto a la disponibilidad de recursos más sofisticados, como los hidroaviones, helicópteros y maquinaria pesada imprescindibles para contener y perimetrar los incendios en fases de crecimiento y desarrollo, lo deseable sería contar con un buen número de efectivos, distribuidos estratégicamente en bases dentro del territorio nacional, que estarían a disposición de todas las CC. AA. El fuego no sabe de límites administrativos y no todos los incendios se producen al mismo tiempo en todas las Comunidades.  

Cordura y pónganse a trabajar

Estamos, en suma, hablando de mejorar los planes activos de prevención y actuación rápida para controlar con prontitud los focos y prevenir el desarrollo y crecimiento de los incendios, de aplicar protocolos efectivos para minimizar los riesgos de los núcleos urbanos y urbanizaciones situadas en enclaves boscosos, y, en fin, de intensificar la coordinación entre las distintas Administraciones para compartir recursos y aumentar la efectividad de los operativos empleados para hacer frente a los incendios forestales. Dejen ya de tirarse los trastos a la cabeza y dediquen sus energías a mejorar los planes de actuación existentes para afrontar con mayor efectividad y coordinación los fuegos que se desatarán en los próximos meses y años y pondrán de nuevo en peligro vidas, viviendas y haciendas. 

NOTICIAS RELACIONADAS

bnew2025
bnew2025
bnew2025

Opinión