La sombra de Aliança planea inmisericorde sobre Junts. En un nuevo cambio de guión, los de Puigdemont han decidido «congelar« su apoyo a Sánchez en el Congreso. No rompe la legislatura, pero endurece su discurso y se enquista en el “no a todo” para bloquear cualquier avance legislativo. La ejecutiva postconvergente argumenta que es una reacción equilibrada a los «incumplimientos del socialismo sobre la amnistía o la oficialidad del catalán en Europa». La verdad, pero, parece a todas luces esconder un creciente temor electoral.
Sílvia Orriols ha encontrado su espacio en el flanco más duro del independentismo, pero también se nutre con mucho apetito del convergent hastiado. Los vaivenes de Junts chocan de lleno contra su retórica, intransigente ante cualquier forma de entendimiento con España. Aliança empieza a consolidar apoyos en los feudos convergentes de interior, lo cual inquieta en la dirección de Puigdemont.
La amenaza es doble. Junts no solo teme que AC los retrate como «socios sumisos de Madrid». El PSC de Illa refuerza su papel en Catalunya y sigue desbordando en las encuestas como fuerza más votada. A su vez, los socialistas han encontrado en ERC un socio ideal, que desplaza a Junts de la toma de decisiones también en Catalunya y relega al partido a un rol de espectador.
¿El resultado de tanto equilibrio? Una legislatura bloqueada. Cada ley se convierte en una batalla, con Podemos también luchando por su supervivencia y Junts disputando la hegemonía de la oposición interna. Atrapados entre la presión de Aliança Catalana y el avance del PSC, Junts ya no sabe a qué elector apelar. Mientras el catalanista moderado migra a las papeletas socialistas, satifecho ante la aparente pacificación catalana, el ya eterno independentista se deja seducir por Sílvia Orriols.
