Europa está inquieta. El Viejo Continente vuelve a mover ficha en el tablero geopolítico y Dinamarca ha decretado la prohibición de vuelos civiles de drones durante una semana tras una cadena de incursiones de aparatos no identificados sobre instalaciones militares. El gobierno danés habla ya de un posible “ataque híbrido” y no descarta vínculos con Rusia en vísperas de una cumbre de la UE en Copenhage.
🇩🇰 Denmark is imposing a temporary ban on all civilian drone flights.
— Militarnyi (@militarnyi) September 29, 2025
The measure was adopted in connection with the upcoming European Union summit being held in the country.https://t.co/iUDLJvDcrm
Los escandinavos se han brindado apoyo rápido. Suecia envía sistemas antidrones y radares -bajo mando militar- para blindar la seguridad de sus vecinos en zonas urbanas y las proximidades de sus principales bases militares.
A la cobertura regional se suma Alemania, que ha atracado en Copenhague un buque de defensa anti-aéreo de su Armada, que navegava aguas próximas en su misión para «reforzar la vigilancia en el Báltico». A su vez, Noruega ha ampliado las restricciones dentro de su espacio tras avistamientos sospechosos cerca de su base de Ørland, donde opera su principal línea dedefensa aérea.
El telón de fondo es tenso e inequívoco: Europa se está poniendo las pilas. Rusia sigure tanteando el terreno y probando los límites de la UE mientras el continente acelera como puede sus proyectos de defensa y cierre de brechas en seguridad. Las capitales más cercanas al gigante eslavo empiezan a hablar de la puesta en marcha de una «muralla de drones» para la región del Este.
Evitando señalar culpables y escalar las tensiones, las sospechas recaen sivre Rusia, que se reafirma en la retórica comunitaria como “principal amenaza” para Europa, según Copenhague.