Sílvia Orriols acapara titulares. La presidenta de Aliança Catalana, nueva musa del nacionalismo duro, pone nervioso al espacio mediático oficialista y copa las primeras páginas de los principales rotativos del Estado. La independentista ha aparecido en los últimos días en puestos de relevancia en La Vanguardia, El País, el Ara, ElPlural e incluso el ABC, con apariciones también notables en digitales de menor tirada -o menos riego subvencional- como lo son OkDiario, e-notícies o Libertad Digital.
El tono es combativo. Orriols es la nueva «amenaza ultra». Sus nuevas expectativas electorales, publicadas por la demoscopia de Ipsos para La Vanguardia -medio poco sospechoso de querer darle excesiva tirada a Aliança- parecen haber agitado al espacio gubernamental, que ha puesto en marcha sus engranajes mediáticos para combatir -o potenciar- la inminente amenaza.
En Aliança están encantados, y es que la estrategia les está reportando un «notable rédito político». Orriols casa bien con elector. Es articulada sin ser rimbombante y sabe expresarse con naturalidad. Cualquier altavoz le procura beneficios, y contra más soez el ataque mayor la simpatía que parece despertar. Solo necesita que se amplifique su discurso; aquel a quién no iba a convencer no cambiará de parecer, pero el alcance mediático de estos medios la descubre ante quien anhelaba su aparición.
Sus simpatizantes comparten ilusionados la cobertura, conscientes de que el ataque verdaderamente definitivo es la indiferencia medítica. Sus tesis son convincentes, el contetxo aúpa su auge y su tono es seductor, más aún ante la incoparecencia de un rival político que la sepa rebatir. Mientras Sílvia Orriols sea notícia, su ascenso está asegurado.
