La misión ha fracasado. Al menos en el objetivo «oficial». La Flotilla no ha desembarcado en Gaza. Sus principales navíos fueron interceptados ayer por la mañana -hora española-, los integrantes detenidos y los trámites de deportación hacía Europa iniciados. Las naves menos mediáticas fueron franqueadas durante el resto de la jornada, con episodios algo atípicos pero la totalidad de su flota puesta a salvo. Si bien sus más fervorosos fieles aún no han sido informados, la Global Summud Flotilla da por finalizada su segunda edición.
Varios vídeos y fotografías que aseguran mostrar el desembarco circulan por redes. Los verificadores han confirmado que se trata de contenidos manipulados o directamente generados con inteligencia artificial.
Las grabaciones de supuestos desembarcos en las costas de Gaza son vídeos antiguos, extraídos de contextos distintos. Es el caso de Túnez, por ejemplo. Otros se tratan de escenas de ejercicios navales o de protestas en demás puertos mediterráneos reutilizadas.
El fenómeno no es aislado y caracteriza todo lo que tiene que ver con la guerra. Desde el inicio de las hostilidades entre Israel y Hamás, se ha registrado un aumento masivo de desinformación audiovisual: imágenes de conflictos pasados atribuidas a la actual ofensiva, simulaciones de bombardeos reales e incluso fotos generadas por IA para ilustrar tragedias.
Los verificadores no dan abasto. Esta estrategia busca reforzar narrativas más emocionales que políticas. Todos lo condenan, pero parece que poco se puede hacer. Incluso en aquellos casos donde los medios consiguen contrastar y, cuando es oportuno, exponer las fake news, su impacto ha sido ya tan absoluto que se vuelve imposible desmentirlo a la totalidad de quienes han consumido el material y lo han dado por verídico. En consecuencia, todos los bandos se suman, intentando mitigar el poder de convicción del rival.