Semana de contrastes. En pleno frenesí colectivo por la Flotilla y su nula incidencia en la resolución del conflicto en Gaza, Donald Trump ha conseguido oficialmente poner fin a las hostilidades tras la aceptación definitiva de Hamás para la primera fase del acuerdo planteado a Netanyahu en la Casa Blanca, que incluye a su vez la devolución de todos los rehenes, un alto al fuego inmediato y el inicio de un proceso de reconstrucción y dinamización económica de la Franja, así como la llegada intensiva de ayuda humanitària -real, quiero decir-.
⚡️🇵🇸JUST IN:
— Suppressed News. (@SuppressedNws1) October 9, 2025
Celebrations & joy fill the streets of Gaza following the announcement that a ceasefire deal was reached. pic.twitter.com/huySV9Cgin
El anuncio del alto al fuego ha sido recibido con euforia masiva en Gaza. El acuerdo también incluye la retirada de las tropas israelíes y, una vez avanzado el proceso, la desmilitarización de Hamás. Ahora mismo, prima el intercambio de rehenes -vivos y fallecidos-, que deberá prolongarse en el tiempo más de lo previsto debido a la incapacidad de Hamás de localizar los restos de todos aquellos israelíes que resultaron ejecutados a sus manos.
Trump ha agradecido públicamente la implicación del mundo árabe, la mediación de Egipto y Qatar, entre otros, y la disposición de las partes a poner fin al conflicto, iniciado por Hamás el 7 de octubre de hace 2 años, prolongado en el tiempo por su constante negativa a liberar a los rehenes israelíes y convertido en una masacre por su reiterado uso de la población civil como escudo humano.
Hasta ahora, ninguno de los integrantes más mediáticos de la flotilla se ha pronunciado respecto al cese de las hostilidades y el potencial fin de la guerra. El tanto de Trump no parece haber sentado bien tampoco en la España institucional, donde las declaraciones al respecto por parte de las autoridades brillan por su ausencia.