Algunos de los compromisos del acuerdo de alto el fuego firmado por Israel y Hamás con intermediación de varios países árabes y el visto bueno de la Casa Blanca se completó parcialmente el lunes 13 de octubre. Tal y como estaba previsto, 20 rehenes israelíes vivos fueron entregados a la Cruz Roja y cerca de 2.000 gazatíes fueron liberados de las cárceles de Israel, 270 de ellos condenados a cadena perpetua. Israel, por su parte, permitió la entrada de un mayor número de camiones con ayuda humanitaria para paliar la hambruna. Más complicado está resultando cumplir el compromiso de entregar los cuerpos de los 28 rehenes israelíes muertos o asesinados en cautividad. Hasta el momento se han realizado dos entregas de 4 cuerpos cada una de ellas, si bien los forenses israelíes sólo han podido confirmar la identidad de tres de los 4 cuerpos de la segunda, y hace pocas horas se han entregado 2 cuerpos más. En suma, quedarían pendientes de entregar los restos de 19 rehenes.
La fragilidad del alto el fuego
Esta situación ha levantado una ola de indignación entre los familiares de las víctimas que esperan darles sepultura y el Ministerio de Defensa ha urgido a “Hamás a hacer todos los esfuerzos necesarios para devolver los cuerpos de los fallecidos”. Ahora bien, las dificultades para su localización podrían resultar insuperables en muchos casos tras dos años de bombardeos inmisericordes que han convertido el 70 por ciento de Gaza en un solar cubierto de ruinas y escombros. El gobierno de Israel ya ha tomado nota del incumplimiento y puesto en cuarentena su compromiso de abrir el puesto de Rafah para permitir la entrada de los 600 camiones de ayuda humanitaria acordados. Para Netanyahu y los familiares de los rehenes fallecidos, la demora en la entrega de los restos de los rehenes parece pesar mucho más que mitigar la hambruna de varios cientos de miles de seres vivos en la Franja, y para dejarlo perfectamente claro el ejército israelí que ocupa más de la mitad del territorio continúa matando a civiles con cualquier excusa.
Trump, el gran pacificador y autoproclamado merecedor del premio Nobel de la Paz, ha dejado claro que si Hamás no deja de matar en Gaza “no tendremos otra opción que ir allí y matarlos”. Pero, ¿quién sigue matando en Gaza? Según el diario Haaretz, el ejército de Israel habría matado hasta el 17 de octubre al menos a 38 palestinos desde que se hizo público el acuerdo de alto el fuego el 10 de octubre. En unos casos, por disparos efectuados por el ejército de Israel contra “sospechosos aproximándose a sus posiciones”, y en otros por los bombardeos aéreos y operaciones realizadas con drones. Por otra parte, la retirada del ejército israelí a su zona de seguridad ha dado pie al despliegue de las milicias de Hamás (estimadas en 7.000 efectivos) para asegurar, según la propia organización terrorista, el control de la zona y “evitar la anarquía y el vacío de poder”, circunstancia que ha provocado enfrentamientos armados con otros grupos rivales, como el clan Dogmush, la familia Al Majayda, y las denominadas Fuerzas Populares Yasser Abu Shabab.
Este último grupo, asentado en Rafah, colabora con los servicios de inteligencia israelíes y recibe a cambio armas y material de Israel. Las cifras son inciertas, pero se estima que estos enfrentamientos entre palestinos se han saldado con al menos 32 muertos, cifra similar a la de palestinos abatidos por el ejército israelí desde el anuncio de la tregua (38). Algunas imágenes difundidas por los medios de comunicación apuntan a que Hamás podría haber ejecutado a algunos militantes de las Fuerzas Populares, cuyos dirigentes sostienen que “Hamás ha asesinado a más de 50 de nuestros voluntarios, incluidos miembros de la familia del comandante Yasser, mientras vigilábamos convoyes de ayuda”. Claro que bien pudiera ser que la tarea de esos vigilantes asesinados no fuera exactamente la de vigilar los convoyes sino hacerse con las provisiones que transportaban para traficar con ellas en el mercado negro. La guerra presenta siempre muchas aristas y resulta complicado deslindar la verdad de la propaganda.
¿Quién desarmará a Hamás y a qué precio?
Como he señalado, Trump ha amenazado a los militantes de Hamás con ir a Gaza para matarlos. Claro que como ni el comandante en jefe ni los soldados estadounidenses van a aparecer por allí para cumplir la amenaza, serán Netanyahu y el ejército israelí los encargados de completar la limpieza. Y es que las exigencias del plan de Trump de que las milicias de Hamás, una vez completada la primera fase de intercambio de rehenes y cuerpos, entregue las armas y deje el gobierno de Gaza en manos de un comité de expertos bajo la supervisión del Comité de Paz, presidido por el propio Trump, se antoja completamente ilusoria. Principalmente, porque el plan de Trump no incluye un calendario de la retirada del ejército israelí de la zona de seguridad ahora ocupada ni otorga a los palestinos que renuncien al uso de las armas papel alguno en el proceso de reconstrucción.
Trump dejó muy claro al poco tiempo de llegar a la presidencia su interés en transformar esta franja costera del Mediterráneo en una suerte de complejo turístico de primer orden y como presidente del Comité de Paz estará en condiciones inmejorables para otorgar a sus empresas y a las de sus amigos árabes el grueso del negocio de reconstrucción, con cargo tal vez al presupuesto de la UE. Pero para hacer realidad este sueño dorado, Trump necesita acabar primero con Hamás y ahí entran en juego su gran peón en la zona, el primer ministro Netanyahu, y el ejército de ocupación israelí para garantizar la seguridad del plan. Una vez recuperados los rehenes vivos, la presión de los familiares va a dejar al gobierno israelí con las manos libres para seguir adelante con su plan de aniquilar a Hamás y controlar gran parte de la Franja.
¿Se retirará el ejército israelí de Gaza?
El punto 16 del acuerdo asegura tajantemente que “Israel no se anexionará Gaza” y el ejército israelí “se retirará siguiendo los normas, los hitos y el calendario ligado a la desmilitarización que se acordará entre el ejército de Israel (IDF), la Fuerza de Estabilización Internacional (ISF), los garantes y los Estados Unidos, con el objetivo de que una segura Gaza no suponga una amenaza para Israel, Egipto o sus ciudadanos”. Largo me los fiais, amigos Trump y Netanyahu. Puestos a apostar, diría que el ejército israelí no va a retirarse de Gaza y la guerra contra Hamás va a continuar en los próximos meses. En la zona de la Franja ocupada y bajo control del ejército de Israel, podrá procederse a desescombrar las ruinas para iniciar la reconstrucción, lo que obligará a sus habitantes a desalojarlas de forma ‘voluntaria’ y trasladarse a las zonas no ocupadas donde el ejército israelí continuará realizando incursiones para desmilitarizar la zona, esto es, para desmantelar las infraestructuras y centros operativos de Hamás. La población civil continuará sufriendo hambre y penalidades sin cuento y el Estado Palestino, pese a la larga lista de países que ya lo han reconocido, tardará mucho tiempo en hacerse realidad, si es que llega alguna vez a serlo.