El 20 de octubre de 2025, el Gobierno español anunció que propondrá en la UE poner fin al cambio de hora estacional desde 2026. La medida requiere acuerdo de los Veintisiete; hasta entonces se mantienen los adelantos y atrasos semestrales. El expediente europeo para suprimir la práctica quedó estancado en el Consejo pese al impulso parlamentario de 2018–2019. En España, el BOE fija el calendario de cambios hasta octubre de 2026, lo que no equivale a una decisión definitiva sobre “el último cambio”.
El debate actual se centra menos en el ahorro energético y más en la salud y la coordinación horaria. La consulta pública europea de 2018 (4,6 millones de respuestas) mostró amplio rechazo a los cambios bianuales, y los análisis comunitarios apuntan a ahorros energéticos “relativamente pequeños” y evidencia incierta sobre otros impactos.
Desde la perspectiva biomédica, especialistas del sueño recomiendan eliminar los cambios y consolidar el horario de invierno (UTC+1) por su mejor sincronía con la luz natural, lo que favorecería el descanso, el rendimiento y ciertos indicadores de salud. Sociedades científicas y divulgaciones recientes en España han reiterado estos argumentos en el contexto del anuncio gubernamental.
En cuanto a los plazos, titulares que señalan 2026 como final cierto del cambio horario no están confirmados: la fecha depende de un acuerdo europeo y, de momento, el marco vigente solo programa los cambios hasta 2026.
El debate también se trasladó a las redes:
@Lentejitas — El analista y escritor sugiere de forma irónica: “Por un cambio de hora sostenible, resiliente y con perspectiva de género.”
@JaimeObregon — El ingeniero y activista recuerda con humor el precedente de 2018: “Ya lo teníamos: el Gobierno creó en 2018 una ‘Comisión de personas expertas’ sobre el cambio de hora.”
@mpericacho — El usuario de X comparte su opinión personal: “Qué pereza me da volver a discutir sobre el cambio de hora…”
La decisión enfrenta dos prioridades: maximizar la estabilidad circadiana (horario de invierno permanente) o sostener un mecanismo que modula hábitos a la estacionalidad (cambios bianuales). Con el ahorro energético evaluado como marginal y el proceso europeo aún abierto, el resultado dependerá del consenso entre Estados miembros. Hasta que se formalice una directiva, España seguirá aplicando el calendario en vigor.