Francesc Domínguez, mentor de desarrollo profesional (marca personal) y consultor de marketing, con un método humanista
La marca personal, “aquello por lo que te contratan… o no”, es el verdadero seguro profesional. Consiste en que seas capaz de desarrollar todo tu potencial y tomar las riendas de tu carrera profesional.
Existe confusión sobre qué implica gestionar una marca personal. Muchos asocian la marca personal a la mera presencia en redes sociales. Se trata de una asociación limitante, pues las acciones, o sea, la táctica (presencia en redes sociales, tener una página web, impartición de charlas, escritura de artículos, participación en eventos, reuniones con clientes potenciales, etc.) deben partir de un análisis, preparación y formación en competencias diferenciales. Así, tendrás mayor probabilidad de desarrollar tu potencial y alcanzar tus objetivos.
Se trata de tener conciencia de todo lo que es preciso que potencies, por formar parte de tu don y talentos diferenciales. Implica también tomar conciencia del factor o factores (uno o dos, a menudo) que conviene que gestiones mejor.
Todos tenemos marca personal
Todos tenemos marca personal, porque dejamos un recuerdo, una asociación, generamos una percepción entre las personas. Esa percepción debe cuidarse, gestionarse, porque la percepción es lo que nos hace o nos deshace en el mercado, por injusto que sea. Así, uno puede ser un profesional competente y, lo óptimo, también una persona honesta, pero si la percepción existente es que eres uno más, perderás oportunidades y las habrán perdido no por falta de ser competente, sino por la percepción social existente. De ahí la importancia de gestionar tu marca persona.
Un ejercicio de desarrollo profesional
En nuestra opinión, la gestión de la marca personal no se trata de un ejercicio de egocentrismo o narcisismo. Se trata de que seas capaz de desarrollar tu mejor versión para servir mejor a los demás, con beneficios. Se trata de aprender y desarrollar una serie de competencias diferenciales, convirtiéndolas en hábitos. Algunas de esas competencias no se enseñan ni en las universidades ni en las escuelas de negocio.
El método para gestionar la marca personal
Te proponemos un método de tres etapas.
La primera incluye el análisis, el diagnóstico y la definición de tu marca. Es la toma de conciencia de lo que conviene que potencies, porque es donde puedes marcar la diferencia. De manera paradójica es lo que la mayoría no tiene en cuenta: actúan sin el suficiente autoconocimiento y sin conocer un factor básico, la percepción que su círculo de confianza. El círculo de confianza está formado por tus clientes (si los tienes), colegas profesionales, familiares y amistades.
También es fundamental que te plantees las preguntas apropiadas para encontrar las respuestas que es probable que tengas en ti mismo, pero que quizá aún no han aflorado.
Además, es importante el conocimiento de tu perfil comportamental: saber si tienes un comportamiento en general más racional o más emocional. El conocimiento de tu estilo de comportamiento contribuirá a mejorar tu capacidad de influencia y de generación de confianza.
Otro factor básico es conocer tu canal de comunicación y de aprendizaje preferentes, dado que podemos hablar la misma lengua que nuestro interlocutor o cliente potencial, pero si no hablamos su mismo lenguaje difícilmente sintonizaremos, paso previo a la confianza.
Igualmente, el conocimiento de tu huella digital aportará información sobre tu posicionamiento e imagen actuales.
La psicología facial es otro método que te propongo. Aplicada por profesionales expertos, tiene una enorme precisión para conocerte a ti mismo y a tus interlocutores, a nivel del inconsciente que, como se sabe, determina la mayoría de las decisiones que tomamos en la vida. Entre las múltiples utilidades de la psicología facial en el campo profesional destaca la de crear equipos de alto rendimiento, ubicar de manera correcta a los profesionales en la organización según su talento y competencias, seleccionar a las personas adecuadas, vender y negociar mejor, etc.
La segunda etapa corresponde a la definición de la estrategia de marca. Sin estrategia no se suele llegar muy lejos. Dependiendo de tu realidad, tu plan de acción debería incluir acciones coherentes con la estrategia. Por ejemplo, la elaboración de tu mensaje diferencial, la mejora de tus perfiles en redes, aprender cómo conseguir más clientes o proyectos, mejora de tu comunicación persuasiva, conocimiento de clientes potenciales o prescriptores, publicación de artículos en medios de prestigio, impartición de charlas desde la preparación previa, etc.
Se trata de una co-elaboración de la estrategia porque, aunque un mentor te acompañe puntualmente en el camino, es preciso que tomes las riendas de tu estrategia. Además de definir la estrategia mediante la plasmación en un plan de acción, es necesario que te formes en competencias diferenciales, algunas de las cuales, como hemos mencionado, no se enseñan ni en las universidades ni en las escuelas de negocio psicología facial. Todo ello te ayudará a marcar un antes y un después en tu carrera profesional.
Finalmente, la tercera etapa es el momento de la ejecución del plan de acción y de que lo aprendido se convierta en hábitos. Es el momento de ganar una visibilidad moderada para alcanzar tus metas y objetivos.
Toma las riendas de tu vida profesional, con método.





