Bruselas investiga si Google castiga a los medios en buscador — la Comisión analiza si su política antispam discrimina contenidos patrocinados y altera el negocio informativo.
La Comisión Europea ha abierto un expediente formal contra Google para aclarar si su política antispam está relegando en las búsquedas contenidos de medios europeos que mezclan información y patrocinios.
El caso se apoya en la Ley de Mercados Digitales, que permite multas de hasta el 10 % de la facturación global de Alphabet, ampliables al 20 % en caso de reincidencia. La investigación puede prolongarse hasta doce meses, periodo en el que Bruselas examinará si el buscador ofrece un acceso “justo, razonable y no discriminatorio” a los editores.
En la práctica, Europa intenta decidir si el algoritmo central del ecosistema informativo puede seguir ajustándose sin supervisión cuando afecta de lleno al negocio de los medios.
Bruselas investiga a Google por discriminar los contenidos de medios en los resultados de búsqueda https://t.co/O4qS1pgSkB pic.twitter.com/nBnyGNVqnS
— Europa Press TV (@europapress_tv) November 13, 2025
Qué investiga exactamente Bruselas
El foco está en la política de “abuso de reputación del sitio” (site reputation abuse), con la que Google asegura combatir el llamado “SEO parásito”.
Bruselas quiere responder, de forma directa, a estas cuestiones:
- Si Google aplica condiciones de acceso realmente no discriminatorias a medios y otros editores que dependen del buscador.
- Si la política antispam castiga por igual a granjas de SEO opacas y a contenidos patrocinados legítimos usados para financiar redacciones.
- Si el impacto en tráfico, ingresos y pluralismo informativo es desproporcionado respecto al objetivo de reducir spam.
La sospecha es clara: cuando un medio integra comparadores, especiales comerciales o contenidos de marca, el algoritmo puede considerar parte de ese material como abuso de reputación y degradar la visibilidad del dominio en bloque.
Para el regulador, ya no se trata solo de calidad de resultados, sino de poder de negociación: un cambio unilateral en el buscador puede poner contra las cuerdas a empresas informativas enteras.
La compañía insiste en que, sin este filtro, la primera página de resultados se llenaría de páginas optimizadas para el algoritmo pero poco útiles para el usuario.
El choque con los medios llega cuando ese mismo filtro desplaza también contenidos patrocinados que forman parte estable del modelo de ingresos. Las redacciones alegan que estos acuerdos son legales, están identificados y resultan imprescindibles para mantener equipos informativos mínimos.
En el lado de los editores, el expediente deja al descubierto un pacto tácito de más de una década: contenido adaptado al algoritmo a cambio de tráfico masivo y barato.
Ese pacto se ha traducido en:
- Dependencia extrema del buscador y de Discover como fuentes principales de audiencia.
- Producción intensiva de piezas pensadas antes para posicionar que para informar.
- Crecimiento de acuerdos comerciales, comparadores y especiales de marca que a menudo se integran en el site casi como una sección más.
Cuando Google ajusta su política antispam, todo ese esquema de negocio se tambalea al mismo tiempo.
Mientras tanto, el propio buscador se ha desplazado hacia otro objetivo: retener al usuario en sus propias páginas y en respuestas impulsadas por inteligencia artificial, no regalar clics como en la primera etapa de la web de noticias.
Una batalla también política
El expediente no se entiende solo en clave económica. Forma parte de la ambición de “soberanía digital” de la Unión Europea, que quiere mostrar capacidad real para poner límites a las grandes plataformas también en su dimensión algorítmica.
En el corto plazo, el expediente obligará a Google a precisar mejor dónde sitúa la frontera entre “SEO parásito” y patrocinios legítimos que sostienen a muchas redacciones.
Para los medios, la lección es menos cómoda y más estructural: diversificar ingresos, reducir la dependencia del tráfico de buscador y reconstruir una relación directa con la audiencia que durante años se dejó en manos del algoritmo.
Si la supervivencia de una redacción depende de que Google no cambie una línea de su política interna, el problema ya no es solo del regulador ni de la plataforma, sino del modelo que la propia industria ha aceptado sin demasiadas preguntas.





