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El laberinto de la política española

El laberinto de la política española
Fachada principal del Congreso de los Diputados, en Madrid.

La política española lleva tiempo navegando sobre un terreno pantanoso lleno de barro —nunca mejor dicho—. Durante años, el sistema se ha sostenido a base de pactos antinaturales que, tarde o temprano, terminan hundiéndose, como ya ocurrió en Cataluña con la ruptura entre ERC y Junts. Una cosa es un acuerdo puntual entre formaciones, y otra muy distinta intentar gobernar en un vagón lleno de desconfianzas e intereses contrapuestos. Al final, todo el desajuste institucional acaba volviendo a su origen.

En España, el llamado pacto “progresista” se ha agrietado. Tengo la intuición de que esta ruptura, aparentemente pequeña, puede provocar una ola de consecuencias políticas que altere por completo el escenario. El espacio político se desplaza cada vez más hacia el populismo —en su derecho, como hacen otras formaciones—, pero eso complica enormemente la gobernabilidad y convierte cada proyecto de país en un campo de batalla ideológica.

Cuando un país se fragmenta políticamente, entra en juego la lógica de los vasos comunicantes: los descontentos de un lado acaban alimentando a los extremos del otro. Cuando la sensación de impotencia llega a los electores, aparece lo que llamamos voto de castigo, un voto emocional que no busca construir, sino advertir. Ese movimiento, en la práctica, refuerza tanto a la izquierda más radical como a la derecha más dura.

En Cataluña este fenómeno se acentúa con la irrupción de Aliança Catalana, que está alterando el mapa político y amenaza con vaciar el electorado de Junts. Lo estamos viendo: en cada elección, el espacio central se debilita y los populismos ganan terreno.

Tampoco sería extraño que, en esta situación, algunos votantes descontentos del PSOE acaben refugiándose en formaciones más duras de izquierda como Podemos. El PSOE, bajo el liderazgo del señor Sánchez, ha dejado atrás su esencia de centroizquierda para instalarse directamente en la izquierda más rancia. Y eso, en mi opinión, está destruyendo uno de los partidos más históricos e importantes de España.

El invento del señor Sánchez con Sumar, ideado para absorber votantes de Podemos, no ha funcionado. Está por ver hacia donde se dirigirán estos votos de Sumar, si retornaran al PSOE, se dispersarán en fuerzas territoriales, o quedaran en la abstención. La vicepresidenta Yolanda Díaz deja mucho que desear cada vez que habla —y no solo por frases desafortunadas como “tenemos partido de corrupción para rato”, que cualquiera puede decir en un momento de nervios, sino por una trayectoria política que, desde Galicia hasta Madrid, siempre se ha movido en terrenos tan turbios que, como dice el refrán, por donde hay demasiado barro no crece la hierba.

En Cataluña, los Comuns tampoco pasan por su mejor momento, igual que el PNV en el País Vasco, que ve cómo Bildu —que, paradójicamente, es quien más está ganando con todo este revuelo político— les adelanta por la izquierda sin poner el intermitente.

No es casualidad que en España muchos antiguos votantes de centro se hayan desplazado a Vox como voto de protesta, igual que en Cataluña puede suceder con el partido de Sílvia Orriols, que recoge el descontento de un independentismo desorientado. Este efecto dominó ha sido, probablemente, el motor que ha llevado a Junts a retirar su apoyo al gobierno de Sánchez, dejándolo sin mayoría y abriendo un nuevo capítulo político.

Con todo, las aguas acabarán volviendo a su cauce natural. España vivirá un reajuste electoral inevitable, fruto de una democracia que todavía no ha encontrado el equilibrio entre pluralidad y estabilidad. El país sigue gobernándose a base de muros y puentes frágiles, y eso es precisamente lo que impide consolidar una política adulta y responsable.

Desde mi punto de vista, como catalanista liberal y de centro-derecha, creo que solo una visión moderada, moderna y valiente podrá reconstruir ese espacio de sensatez y progreso. Cataluña necesita serenidad, realismo y liderazgos que piensen más en el país que en los titulares.

Así lo veo y así lo siento, con la obligación de decir las cosas tal como son.

Pere Gotanegra Julià
Pere Gotanegra Julià
Pere Gotanegra Julià (Roses, 1957) és empresari i regidor de Lliures x Roses – APL. Dirigeix Depuradora Servimar i Pescadors de Roses, i és cofundador del Grup Estimar. Es defineix com “empresari per devoció, polític per compromís i humanista per gratitud”.

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