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El verdadero manual de resistencia de Sánchez 

El verdadero manual de resistencia de Sánchez 
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso.

En vísperas del aniversario del fallecimiento del Generalísimo (título que le otorgó la Junta de Defensa Nacional el 21 de septiembre de 1936 y fue utilizado habitualmente para referirse al jefe del Estado hasta su fallecimiento oficial el 20 de noviembre de 1975), Cerdán, secretario de organización del PSOE de Sánchez desde julio de 2021 hasta junio de 2025 y diputado en Cortes por el partido socialista en las tres últimas Legislaturas, abandonaba la cárcel de Soto del Real donde había permanecido en prisión preventiva . A su salida, se limitó a reiterar su inocencia ante los medios de comunicación, algo que ha venido haciendo desde hace muchos meses, e insistir una vez más en que los informes de la UCO no dicen lo que se está dando a entender que dicen: que era el cabecilla de una organización criminal. Ha debido tener muchas horas para leerlos con calma y sacar conclusiones tan diametralmente opuestas a las de la UCO, los jueces, los medios de comunicación y el común de los mortales. 

Imposible poner tierra de por medio

Ni siquiera sus subordinados y colaboradores más próximos en el PSOE y el Gobierno, los que le besaban la mano en Ferraz y se reunían en corrillos a las puertas del Congreso para celebrar con jolgorio las victorias socialistas, osan ya dar la cara por él, como hicieron ministros y altos cargos del partido hasta pocas horas antes de que el número 1 de la trama le diera la espalda en las escaleras del hemiciclo. ¿Te conozco yo? Ahora, todos ellos, como hiciera el apóstol Pedro en la noche del prendimiento, niegan conocer al pastor del rebaño y dicen desconocer los menesteres de su secretario de organización cuando, entre viajecito a Bruselas y viajecito a Ginebra para redactar la ley de amnistía con el prófugo de Waterloo, se recogía en el huerto de Servinabar para pergeñar sus obras de ingeniería financiera. Parece ahora que él mismo va a necesitar un indulto o una amnistía para no pasarse una buena temporada entre rejas.

Algunos de sus compañeros más cercanos que ponían la mano en el fuego por Cerán, cono el ministro Bolaños, la vicepresidenta Montero y los López, por mencionar a algunos destacados dirigentes del Gobierno y del PSOE de Sánchez, se han rasgado las vestiduras y empezado a quemar a toda prisa las fotografías comprometedoras en las barbacoas de sus chalets, pero en nuestro mundo las instantáneas comprometedoras quedan registradas para siempre en las hemerotecas. ¿Cuál prefieren ustedes? ¿La de Sánchez junto a la tripulación del tristemente famoso Peugeot con Ábalos, Cerdán y Koldo a la búsqueda y rescate de la decencia política? ¿O la foto en la que aparecen los cuatro mosqueteros en Aldeanueva del Ebro antes de las primarias cuyos avales presentó precisamente el propio Cerdán junto a una cuadrilla de braceros y el bueno de Koldo para todo que los veló con celo durante dos noches en Ferraz? ¿O quizá aquella en que se ve a Ábalos regresando a su escaño mientras la bancada socialista puesta en pie aplaude su intervención en la moción de censura de 2018, aquel discurso histórico en que llamó a Rajoy indecente? Mi preferida es aquella en la que puede verse al presidente Sánchez defendiendo la inocencia de Cerdán desde su escaño en el Congreso el pasado 21 de mayo, con el tercer hombre (aclaro, Patxi López) en las primarias y la extasiada diputada Mínguez (PSC) en segundo plano, y el rostro algo más circunspecto de Cerdán (que ya debía temer lo que se le venía encima) cerrando la imagen. 

Cuando se les pregunta a estos ‘socialistas’ de buen comer y granero repleto acerca de los avatares de un tal Cerdán, se limitan a responder con displicencia que esa persona, su secretario de Organización hasta anteayer, “no tiene nada que ver con el PSOE”. No me consta, desconozco el asunto, son otras frases a las que recurren para despachar el asunto. Nosotros, dicen para salvar la cara, “seguiremos siendo implacables con la corrupción” y tratan de desviar la atención apuntando sin ningún rubor a casos de corrupción que afectan al PP, algunos viejos como la Gürtel, otros recientes como el caso de las mascarillas en la Diputación de Almería. Digo sin rubor, porque ahí tienen ellos a Armengol, presidenta de Baleares, presidiendo nada menos que el Congreso, y a Torres, expresidente de Canarias, ejerciendo de ministro de Administraciones Públicas, pese a haber otorgado contratos ambos dos a la empresa (Soluciones de Gestión) de la con la que la trama corrupta de Ábalos-Koldo-Aldama sacó algunas buenas tajadas vendiendo mascarillas defectuosas. Hay algo todavía mejor: la imagen del presidente Sánchez,  acompañando en un mitin a Gallardo, presidente de la Diputación de Badajoz y candidato del PSOE a presidir la Junta de Extremadura, imputado en el mismo caso en que está también encausado el hermanísimo del número 1, habla por sí sola.

Manual abreviado del PSOE de Sánchez contra la corrupción

Ignorando su propio programa de “Lucha contra la corrupción”, presentado por el PSOE el 2 de febrero de 2016, las dos últimas legislaturas nos han desvelado cuál es el verdadero manual de resistencia de Sánchez para lidiar con la corrupción, cuando el encausado milita en su partido o se trata de una persona cercana al presidente:

Primero, se tacha a quienes destapan los presuntos casos de corrupción de difundir bulos y a los medios que los publican de practicar el amarillismo al servicio de la involución ultraderechista.

Segundo, a los líderes de la oposición y a los periodista que se atreven a formular preguntas incómodas sobre la base de las informaciones publicadas en unos casos no se les responde, en otros se contesta con otra cosa y pasado el trago se les acusa de “difamar a personas honestas”.

Tercero, se exige a los militantes del PSOE defender la inocencia de los investigados y buscar información para desacreditar los procesos de instrucción de las causas.

Cuarto, se utiliza al fiscal general del Estado para tratar de recurrir y archivar las causas porque, como Sánchez dejó muy claro, para eso es él quien lo nombra.

Quinto, se procede a poner distancia con el encausado cuando la evidencia de prácticas corruptas empieza a resultar abrumadora y se le expulsa del partido por muy secretario de organización que sea.

Sexto, se desacreditan los autos, fallos y sentencias de los tribunales cuando los jueces o la fiscalía anticorrupción se opone a archivar las causas y especialmente cuando el juicio acaba en condena.

Y, séptimo, se lleva el asunto se lleva al Tribunal Constitucional con la excusa de haberse vulnerado los derechos de los acusados durante el proceso judicial para ver si Conde-Pumpido puede echar una manita. 

Vaya dos secretarios

En los casos judiciales que afectan a Ábalos y Cerdán, los dos últimos secretarios de organización del PSOE, Sánchez ha llegado a la conclusión de que resulta imposible librar con balas de fogueo lo que para la mayoría de los mortales se antoja como el mayor caso de corrupción política destapado en España desde la instauración de la democracia, con permiso del caso del 3 % protagonizado por la otra gran banda saqueadores de la política española: el clan Pujol y su partido Convergencia Democrática de Cataluña. Ahora, Ábalos y Cerdán han dejado de un día para otro de ser dos personas honestas, atacadas por los medios ultraderechistas, y nadie en su partido quiere saber nada de ellos, aunque ninguno de sus antiguos amigos y colaboradores se atreva a atacarles de frente no sea que se cabreen y decidan tirar de la manta. 

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