Collboni anunicó a finales del mes pasado la beca «Narrar Barcelona». Se trata de una residencia de tres meses para un autor o autora latinoamericano, con un presupuesto de 80.000 euros anuales. De esa cantidad, 43.000 euros se destinan a producción, traducción al catalán, distribución y promoción, mientras que 16.000 cubren desplazamiento, alojamiento y manutención. La obra resultante se publicará en catalán y castellano, seleccionada por una comisión que incluye al ICUB, el Consorci de Biblioteques y Casa Amèrica Catalunya. El objetivo es fomentar un «diálogo con la ciudad» desde una perspectiva externa.
La iniciativa ha generado una fuerte polémica en redes y el ámbito político catalán de corte más identitario. El debate se centra en la «emergencia lingüística» de Barcelona: esgrimen que «solo el 25% de la población habla catalán con regularidad». El tono general en este sector del medio digital es de frustración: acusan al Ayuntamiento de agravar la minorización cultural. Asociaciones como la AELC han emitido comunicados exigiendo su retirada, argumentando que excluye a creadores de los Països Catalans y contribuye a un «declive» del idioma.
Políticamente, el rechazo es transversal -sopresa- entre independentistas. ERC lo califica de «Erasmus pagado» que , mientras Junts critica que el catalán necesita apoyo urgente ante su «declive social». En X, estos comentarios se multiplican con menciones directas a Collboni, acumulando miles de interacciones en menos de 48 horas.
El Ayuntamiento defiende la beca como una acción complementaria, no exclusiva. El concejal de Cultura, Xavier Marcé, destaca que forma parte de un ecosistema más amplio: las becas Montserrat Roig reparten 150.000 euros anuales a 15 autores catalanes, y en la FIL de Guadalajara, el 74% de los participantes de Barcelona escriben en catalán. Se enmarca en colaboraciones con la FIL y Casa Amèrica para fortalecer vínculos con Latinoamérica, un continente clave para la proyección cultural de la ciudad.
Barcelona, como destino consolidado para residencias artísticas internacionales, se beneficia de estas perspectivas externas. Lejos de restar, iniciativas como esta amplían el ecosistema literario: la traducción al catalán asegura que la obra dialogue con la lengua local, atrayendo nuevas audiencias y reforzando la ciudad como hub global. En un mundo interconectado, priorizar solo lo endógeno aisla a Barcelona; abrirse la posiciona como referente para producciones híbridas que enriquecen su narrativa.





