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El Huevo de Invierno de Fabergé alcanza un récord histórico: 22 millones en una subasta de Londres

Considerado una de las obras maestras absolutas de Fabergé, fue creado en 1913 para la familia imperial rusa y es uno de los pocos huevos imperiales que permanecían en manos privadas

Vista del legendario Huevo de Invierno de Fabergé (Christie's).
Vista del legendario Huevo de Invierno de Fabergé (Christie's).

El legendario Huevo de Invierno de Fabergé ha vuelto a hacer historia. La pieza, una de las más sofisticadas y valiosas creadas por la Casa Fabergé para los zares de Rusia, ha sido subastada en Christie’s por una cifra récord: 22 millones de libras, convirtiéndose en la obra de Fabergé más cara jamás vendida en una puja pública. El comprador ha optado por mantenerse en el anonimato.

El huevo fue creado en 1913 por encargo del zar Nicolás II, como regalo de Pascua para su madre, la emperatriz viuda María Fiódorovna. Pertenece a la serie de los huevos imperiales, considerados el nivel más alto de la artesanía joyera del cambio de siglo, y es uno de los pocos que siguen fuera de museos o colecciones institucionales.

Invierno eterno

El Huevo de Invierno destaca por su complejidad artística y por el uso de materiales extremadamente elaborados. Está tallado en cristal de roca translúcido, grabado a mano para simular escarcha y cristales de hielo. La montura es de platino y el exterior está decorado con más de 4.500 diamantes y piedras semipreciosas que recrean ramas heladas, copos y brillos propios del invierno ruso.

La pieza descansa sobre una base de cristal de roca tallado como carámbanos, lo que refuerza la sensación de estar ante un bloque de hielo artístico, completamente transparente y cincelado con precisión milimétrica.

En su interior, el huevo esconde la tradicional sorpresa Fabergé: una minuciosa cesta de platino incrustada con diamantes y un ramo de anémonas de bosque realizadas en cuarzo blanco, nefrita verde y pequeños granates. La obra simboliza el paso del invierno a la primavera y es una de las sorpresas mejor valoradas por los historiadores del arte.

Diseñado por una mujer

El diseño corrió a cargo de Alma Pihl, una de las escasísimas mujeres joyeras del taller Fabergé. Su trabajo para esta pieza es considerado por los expertos como uno de los puntos culminantes de toda la producción de la casa, tanto por la técnica como por la coherencia estética. El huevo fue fabricado en el taller dirigido por Albert Holmström.

Tras la Revolución rusa, el huevo fue confiscado, vendido por el gobierno soviético y pasó a manos de coleccionistas europeos. Durante décadas estuvo desaparecido, reapareció en subastas en los años noventa y dos mil, y finalmente ha regresado al mercado alcanzando una cifra sin precedentes.

Su rareza, su estado de conservación y la mitología que rodea a los huevos imperiales explican que esta pieza se haya convertido en una de las joyas más codiciadas del mercado internacional.

Lujo, historia y leyenda

Los huevos Fabergé fueron creados entre 1885 y 1917 para la familia imperial rusa. Se produjeron unos 50 huevos imperiales, de los cuales se conservan 44. Cada pieza incorpora metales preciosos, esmaltes translúcidos, piedras raras y una sorpresa interior, y están considerados la cúspide del arte joyero europeo.

El Huevo de Invierno es, para muchos expertos, la obra cumbre de esa tradición: un equilibrio perfecto entre técnica, simbolismo y lujo excesivo, capaz de reflejar la opulencia del último periodo de los Romanov antes del colapso del imperio.

María Riera
María Riera
Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM.

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