Descongelar pollo parece una tarea sencilla, pero la mayoría de la gente lo hace mal. Dejarlo en la encimera durante horas o meterlo bajo un chorro de agua caliente multiplica el riesgo de intoxicaciones, según advierten las autoridades sanitarias. El pollo crudo es especialmente sensible a bacterias como Salmonella o Campylobacter, que pueden crecer con rapidez si no se manipula correctamente.
El error que nunca deberías cometer
El fallo más extendido es descongelarlo a temperatura ambiente, ya sea en la cocina, dentro de una bolsa o sobre un plato. El exterior del pollo empieza a calentarse mientras el interior sigue congelado, creando el “punto perfecto” para que las bacterias se disparen.
Además, muchas personas optan por agua caliente o templada, creyendo que así aceleran el proceso. Es un mito peligroso: el cambio brusco de temperatura favorece aún más la proliferación bacteriana.
Los tres métodos seguros para descongelar pollo
Las recomendaciones oficiales señalan únicamente tres formas seguras de hacerlo:
1. En la nevera (el método más seguro)
Coloca el pollo en un recipiente para evitar goteos y déjalo descongelar lentamente entre 3 y 5 ºC.
Tarda más, sí, pero elimina riesgos.
2. En el microondas (si vas con prisa)
Usa la función de descongelación y cocina el pollo inmediatamente después.
El microondas puede empezar a cocinar algunas zonas, y dejarlas a temperatura ambiente sería peligroso.
3. Bajo agua fría (nunca caliente)
Introduce el pollo en una bolsa hermética y sumérgelo en agua muy fría, renovándola cada 30 minutos.
Es más rápido, seguro y mantiene la temperatura bajo control.
Cómo saber si el pollo ya no es seguro
Existen señales claras que indican que el pollo descongelado no debe consumirse:
- Olor fuerte o agrio
- Textura viscosa
- Cambio de color (tonos grises o verdosos)
- Pérdida excesiva de líquidos turbios
En caso de duda, tíralo. El ahorro nunca compensa un ingreso hospitalario.





