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España, rehén de un relato equivocado

España, rehén de un relato equivocado
José Luis Rodríguez Zapatero en una imagen de archivo.

Hay silencios que avergüenzan a un país. Y lo que España ha hecho —o no ha hecho— frente a la dictadura venezolana es, sencillamente, una vergüenza histórica.

Durante años, millones de venezolanos han gritado libertad mientras el régimen de Maduro destruía su democracia, su economía y su dignidad. Y mientras el mundo denunciaba sin rodeos las atrocidades cometidas por ese gobierno, España ha preferido ponerse la venda en los ojos.

Pero lo peor no ha sido el silencio. Lo peor ha sido la complicidad.

Zapatero: de mediador a portavoz oficioso del régimen

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero ha representado, probablemente, el episodio más grotesco de la diplomacia española en décadas. Bajo la máscara de “mediador”, actuó con una parcialidad tan evidente que dejó de ser puente para convertirse en altavoz del chavismo.

Su mediación no acercó la paz: dio tiempo a la dictadura. No alivió el sufrimiento del pueblo: lo prolongó. No fortaleció la democracia: la debilitó.

Con el tiempo se sabrá qué intereses había detrás —porque siempre los hay—, pero hoy lo que ya sabemos es suficiente: su intervención fue un fiasco moral que dejó a España retratada como un actor sin criterio y sin coraje.

Un país serio jamás habría permitido que un expresidente se paseara por Caracas legitimando elecciones fraudulentas y justificando abusos flagrantes contra los derechos humanos. Pero España lo permitió. Y aún peor: lo avaló.

El presidente Sánchez: continuidad de una política incomprensible

La responsabilidad de este despropósito no termina con Zapatero. El presidente Pedro Sánchez, lejos de corregir el rumbo, decidió continuar con la misma cobardía diplomática.

Ha mantenido la narrativa ambigua, el lenguaje calculado, el silenciamiento de la palabra “dictadura” y una actitud que, a ojos del mundo, solo puede interpretarse como sumisión ideológica o incapacidad política.

Mientras millones de venezolanos huyen de la miseria, España opta por el eufemismo. Mientras María Corina Machado recibe un Premio Nobel por jugarse la vida defendiendo la libertad, España sigue enviando señales de equidistancia moral entre víctimas y verdugos.

Venezuela: un país saqueado por una minoría corrupta

Venezuela no está arruinada por mala suerte. Está arruinada porque una cúpula mafiosa ha saqueado sin piedad uno de los países más ricos del continente.

Petróleo, gas, oro, coltán… todo lo que podría garantizar riqueza y futuro ha sido utilizado para mantener un régimen represivo mientras el pueblo hace cola para comer, para obtener medicinas y para sobrevivir con una mínima dignidad.

Y en esta tragedia monumental, descubrir que España —que debería liderar la defensa de la democracia en el ámbito iberoamericano— ha jugado a contemporizar con los tiranos, duele y avergüenza.

María Corina Machado: una luz donde España eligió sombra

El Nobel de la Paz a María Corina Machado no solo es un reconocimiento internacional. Es un bofetón diplomático a todos los gobiernos que han mirado hacia otro lado. Y entre ellos, lamentablemente, está España.

Cuando el mundo reconoce coraje, España ofrece silencio. Cuando el mundo denuncia la represión, España ofrece matices. Cuando el mundo se posiciona con claridad, España duda.

España debe rectificar

Los errores diplomáticos pueden corregirse. La cobardía moral también. Pero hace falta lo que hoy falta en La Moncloa: liderazgo, valentía y principios.

Deseo que Venezuela recupere pronto su libertad. Y deseo, con la misma fuerza, que España recupere la suya: la libertad de decir la verdad aunque moleste, la libertad de no arrodillarse ante dictaduras y la libertad de volver a ser un país respetado por sus convicciones, no por sus silencios.

Porque apoyar a los demócratas no es una opción política: es un deber moral.

Pere Gotanegra Julià
Pere Gotanegra Julià
Pere Gotanegra Julià (Roses, 1957) és empresari i regidor de Lliures x Roses – APL. Dirigeix Depuradora Servimar i Pescadors de Roses, i és cofundador del Grup Estimar. Es defineix com “empresari per devoció, polític per compromís i humanista per gratitud”.

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