La Universitat de Barcelona (UB) ha abierto una investigación independiente contra el catedrático jubilado Ramón Flecha, fundador del grupo de investigación CREA, tras varias denuncias presentadas por mujeres que aseguran haber sido víctimas, presuntamente, de abuso de poder, coerción sexual, violencia psicológica y explotación laboral durante su etapa como estudiantes o investigadoras. Los hechos han sido revelados por La Vanguardia tras una investigación periodística de varios meses.
Según el citado medio, nueve mujeres y dos hombres denunciaron los hechos ante el rectorado el pasado mes de julio, a los que posteriormente se habrían sumado otras cuatro denunciantes. Los testimonios, siempre según estas fuentes, abarcan más de treinta años y describen un funcionamiento interno del grupo marcado por una presunta dependencia emocional, subordinación académica y una fuerte asimetría de poder en torno a la figura del catedrático.
Un presunto patrón de captación y control
Los testimonios recogidos describen, presuntamente, un patrón de acceso al grupo que comenzaba en las aulas universitarias. Flecha era percibido como un profesor carismático y muy accesible, con un discurso que combinaba compromiso social, feminismo académico y promesas de éxito profesional. Varias exintegrantes relatan que ese discurso habría generado una fuerte vinculación emocional, especialmente entre jóvenes investigadoras.
En ese contexto, algunas mujeres aseguran que se las instaba a compartir aspectos íntimos de su vida sexoafectiva, información que, supuestamente, habría sido utilizada como herramienta de control personal, emocional y laboral. Según estos relatos, la vida académica y la personal se entremezclaban hasta resultar prácticamente indistinguibles.
Sexualidad, trabajo y jerarquía
Las denunciantes describen un presunto uso instrumental de la sexualidad dentro del grupo, así como exigencias laborales extremas, con jornadas prolongadas, trabajo no remunerado y, en algunos casos, producción científica sin reconocimiento de autoría. Siempre según estos testimonios, algunas personas habrían trabajado durante años bajo una presión constante y sin descanso.
También se describe una dinámica basada en la alternancia entre el halago y la humillación pública, lo que habría generado un clima de dependencia emocional y miedo a la exclusión académica. Otras personas relatan que su papel se habría centrado en tareas de cuidados personales del catedrático, mientras que distintos miembros se encargaban de una producción científica constante que sostenía el prestigio del grupo.
Investigación en curso
La UB ha puesto en marcha una investigación externa e independiente, un procedimiento inédito en una universidad española, para determinar si los hechos denunciados podrían encajar en delitos penales o en infracciones administrativas graves. El informe se presentará en las próximas semanas y, en caso de apreciarse indicios delictivos, el caso se trasladaría a la justicia.
No es la primera vez que el grupo CREA afronta acusaciones de este tipo. Denuncias anteriores, presentadas en 2004 y 2016, fueron archivadas por la Fiscalía. Las actuales denunciantes consideran, según La Vanguardia, que el nuevo contexto legal en materia de consentimiento y coerción sexual permitiría un análisis distinto.
CREA niega las acusaciones
Por su parte, el grupo CREA niega las acusaciones y las atribuye a una presunta campaña de difamación. En un comunicado, sostiene que mantiene una política de tolerancia cero frente a cualquier tipo de violencia o abuso de poder y asegura que la investigación permitirá demostrar la falsedad de las denuncias.
Ni Ramón Flecha ni Marta Soler, quien asumió formalmente la dirección de CREA en 2006, han respondido directamente a las solicitudes de información, aunque el grupo afirma estar colaborando con la investigación universitaria.
