Este pasado domingo, 14 de diciembre, Luis Argüello —arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española— defendió que la situación política está “más bloqueada” que hace meses y enumeró tres salidas: cuestión de confianza, moción de censura o “dar la palabra a los ciudadanos”, es decir, elecciones. En esas declaraciones, también sostuvo que no rompe “neutralidad alguna” porque se limita a citar mecanismos previstos en la Constitución.
Ante el respeto a la vida y su dignidad, la comprensión y el apoyo a la familia en la vivienda y la
— Mons. Luis Argüello (@MonsArguello) December 14, 2025
educación, la acogida de inmigrantes, el servicio a los pobres, la libertad religiosa y de conciencia y
el respeto a las reglas básicas del Estado de Derecho, no soy neutral.
La respuesta del Ejecutivo llegó en dos planos. Por un lado, Félix Bolaños acusó a Argüello de quebrar la “neutralidad política” que el Gobierno atribuye a la Iglesia y le pidió respeto a la democracia; además, difundió en redes un mensaje reclamando neutralidad a la jerarquía eclesial. Por otro, Pedro Sánchez replicó en un acto público que “el tiempo en el que los obispos interferían en la política terminó con la democracia» y añadió una “cuarta opción”: respetar el resultado electoral.
El tiempo de que los obispos intervengan en la política de nuestro país terminó con la dictadura.
— Félix Bolaños (@felixbolanosg) December 14, 2025
Le pedimos a la Conferencia Episcopal neutralidad política y que disimulen un poco su querencia a PPVox. pic.twitter.com/OoXm5emkNO
El pulso deja dos posiciones nítidas: el Gobierno sostiene que la jerarquía eclesiástica debe mantener una neutralidad institucional más estricta, mientras la Conferencia Episcopal Española defiende que la libertad de expresión también ampara a la Iglesia cuando opina sobre asuntos públicos, igual que lo hacen otros actores sociales.
El hecho mismo de que los medios pregunten a la Iglesia su opinión sobre la actualidad desmiente que la Iglesia deba ser un agente ausente de la vida pública y la opinión social.
— Of. Información CEE (@prensaCEE) December 14, 2025
Ser miembro de la Iglesia no impide opinar sobre la vida pública ni dar entrevistas.
A partir de ahí, el debate ya no es solo religioso, sino político: la bronca ofrece a Sánchez un foco cómodo para reorientar la conversación pública y para desplazar el centro de gravedad hacia una polémica de alto voltaje simbólico, justo cuando el PSOE trata de contener el desgaste por varios casos de presunta corrupción que siguen bajo escrutinio. En lo inmediato, lo que falta por ver es si el Ejecutivo y la Conferencia Episcopal reconducen el choque a una interlocución discreta o si lo mantienen en abierto, con nuevas réplicas que alimenten el mismo ciclo de titulares.





