La publicación de una nueva tanda de fotografías y documentos del caso Jeffrey Epstein no responde a una decisión política discrecional, sino a una obligación legal derivada de una ley de transparencia aprobada en Estados Unidos. Esta norma establece la liberación progresiva de materiales que permanecían bajo custodia oficial y fija plazos concretos para su difusión pública. El proceso se canaliza a través del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, actualmente controlado por el Partido Demócrata, lo que ha llevado a que numerosos titulares atribuyan la publicación directamente a los demócratas.

Este punto resulta clave para entender el enfoque del debate. No se trata de una iniciativa partidista, sino de un procedimiento institucional obligatorio. El material difundido procede de archivos del Departamento de Justicia y de investigaciones federales previas y se ha hecho público de forma parcial, con numerosos documentos aún censurados para proteger a las víctimas y evitar vulnerar derechos fundamentales o procesos judiciales en curso.
No prueban delitos
Entre las imágenes que más impacto han causado figuran fotografías de Epstein junto a figuras públicas de primer nivel. Además del expresidente Bill Clinton y del empresario Bill Gates, en esta tanda aparecen también el Príncipe Andrésdel Reino Unido, ya vinculado judicialmente al caso en el pasado, así como Ghislaine Maxwell, expareja y colaboradora de Epstein, condenada por tráfico sexual de menores. También aparecen otros personajes tan conocidos como Michael Jackson. Las imágenes muestran encuentros sociales en distintos contextos y, según subrayan expertos legales, no constituyen por sí mismas pruebas de conducta delictiva.

Más allá de los rostros conocidos, los archivos incluyen materiales especialmente perturbadores: fotografías personales incautadas en propiedades de Epstein, documentos con anotaciones explícitas y referencias sexuales, así como objetos y registros que refuerzan el patrón de abuso, cosificación y control que caracterizó su entorno. Aunque esta nueva publicación no implica imputaciones adicionales, sí vuelve a poner de relieve la profundidad del entramado social que rodeó al financiero y explica por qué el caso sigue proyectando una larga sombra sobre las élites políticas, económicas y culturales años después de su muerte en prisión, en 2019.





