Zelenski ha desvelado por primera vez los detalles sobre su suscripción del plan de paz elaborado en colaboración con Estados Unidos. Zelenski expresó ayer martes su esperanza de que las conversaciones entre EE.UU. y Rusia avancen hoy mismo, abriendo la puerta a concesiones territoriales en el Donbás, región clave en la disputa.
El plan, que surgió de una propuesta inicial estadounidense de 28 puntos y fue refinado por Kiev, incluye medidas como la confirmación de la soberanía ucraniana, un pacto de no agresión con monitoreo internacional y garantías de seguridad equivalentes al Artículo 5 de la OTAN. Entre los aspectos más controvertidos, se limita el ejército ucraniano a 800.000 efectivos en tiempos de paz y se propone «congelar» las líneas actuales del frente en Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Como alternativa, Zelenski sugiere crear zonas económicas especiales o desmilitarizadas en partes del Donbás aún bajo control ucraniano, siempre que Rusia retire tropas equivalentes. La gestión de la central nuclear de Zaporiyia permanece pendiente, con opciones como un control trilateral o compartido entre EE.UU. y Ucrania, excluyendo a Moscú.
Zelenski enfatizó que cualquier acuerdo debe ser ratificado legalmente en Ucrania, ya sea por el Parlamento o mediante un referéndum nacional con voto simple de «sí» o «no». Este podría coincidir con elecciones presidenciales, condicionadas a un alto el fuego sostenido de al menos 60 días, desescalada y desmovilización parcial. La ley marcial no se levantaría inmediatamente. «Sin legitimidad, no hay paz real».
El plan también abarca inversiones masivas: un fondo de reconstrucción de 800.000 millones de dólares, adhesión acelerada a la UE y acuerdos comerciales con EE.UU. Incluye compromisos como el intercambio de prisioneros «todos por todos», acceso ucraniano al Dniéper y Mar Negro, y programas educativos contra el racismo. Supervisado por un «Consejo de Paz» posiblemente presidido por Donald Trump, el acuerdo impondría sanciones por violaciones.
Las reacciones son mixtas. Medios ucranianos lo ven como un avance pragmático, mientras que rusos lo critican como demandas unilaterales, ignorando las ganancias militares de Moscú.





