El Reino Unido ha dado un paso legislativo sin precedentes en materia de bienestar animal. El Gobierno británico ha incluido oficialmente a los decápodos (langostas, cangrejos, gambas) y cefalópodos (pulpos, calamares) en la lista de seres protegidos por su nueva Ley de Bienestar Animal (Sentiencia). Esta decisión prohibirá, de facto, prácticas milenarias en la cocina, como la de cocer estos animales vivos.
La medida surge tras un exhaustivo estudio de la London School of Economics, que concluyó que existen pruebas científicas sólidas de que estos invertebrados tienen la capacidad de sentir dolor, placer y miedo.
Hacia un cambio en la gastronomía europea
Hasta ahora, la legislación británica se centraba principalmente en los animales vertebrados. Sin embargo, con esta reforma, el Reino Unido se suma a otros países como Suiza, Noruega o Nueva Zelanda, que ya exigen métodos de sacrificio más humanitarios.
La nueva normativa obligará a los restauradores y a la industria alimentaria a adoptar métodos de aturdimiento previo, ya sea mediante descargas eléctricas o congelación rápida, antes de proceder a su cocción. Quedan así proscritos métodos tradicionales como sumergir al animal directamente en agua hirviendo o el desmembramiento en vivo.
El debate llega a la mesa
La decisión no está exenta de polémica. Mientras las organizaciones animalistas celebran el reconocimiento de la «sintiencia» de estos animales, sectores de la hostelería advierten sobre el impacto en los costes y en la logística de las cocinas profesionales.
En España, aunque la normativa europea es cada vez más estricta con el bienestar animal, todavía no existe una prohibición nacional tan específica para los invertebrados marinos. No obstante, el precedente británico abre la puerta a que Bruselas y, por extensión, las administraciones autonómicas, comiencen a legislar sobre una práctica que ha sido estándar en las lonjas y restaurantes durante décadas.





