Jordi Aragonès, fundador y secretario de Formación, Estudios y Programa de Aliança Catalana, y Antonio Baños, exdiputado y excabeza de lista de la CUP en 2015, han protagonizado hoy un tenso econtronazo en X que evidencia, de nuevo, las profundas divisiones ideológicas dentro del independentismo catalán.
El origen del cruce se remonta a ayer 29 de diciembre, cuando Aragonès publicó un enlace a una entrevista concedida al diario The Objective. En ella, expuso las líneas principales de su partido: apoyo a líderes internacionales como Trump, Milei e Israel; defensa de una moratoria migratoria acompañada de deportaciones en casos específicos; rechazo total a cualquier alianza con Vox por su centralismo españolista; y críticas severas a Junts per Catalunya y ERC por haber priorizado los apoyos parlamentarios al Gobierno de Pedro Sánchez en detrimento de avanzar hacia la independencia.
Insulta el que vulguis. Espanya no necessita res perquè, entre altres, el 27 de setembre de 2015 la CUP i tu vau demostrar el poc coratge i esperit de servei a Catalunya que teniu. https://t.co/FpPlfSHCYq
— Jordi Aragonès (@jordiaragonesm) December 30, 2025
Hoy, Antonio Baños ha respondido directamente al tuit de Aragonès con un ataque personal y político. Ha calificado al dirigente de Aliança Catalana como un ideólogo de derechas con posiciones populistas y trumpistas extremas, y ha sugerido que este tipo de discursos terminan beneficiando a España al fragmentar y deslegitimar el movimiento independentista desde dentro. Todo ello con una considerable ristra de insultos.
Aragonès ha replicado de inmediato, restando importancia a los insultos y contraatacando. Ha recordado que la CUP, con Baños como candidato principal, bloqueó inicialmente la investidura de Artur Mas como presidente por discrepancias ideológicas anticapitalistas. Aquella decisión generó una grave crisis en el bloque independentista, que acabó con la renuncia pública del propio Baños y la designación de Carles Puigdemont como alternativa. Para Aragonès, aquel episodio demostró la falta de coraje y de sentido prioritario por Cataluña por parte de la izquierda radical.
El episodio ilustra la creciente polarización entre el independentismo de izquierdas, tradicionalmente dominante pero en manifiesto retroceso, y el emergente de derechas, en un contexto de debacle electoral para los partidos soberanistas históricos y de consolidación de nuevas opciones como Aliança Catalana.
