Salvador Illa, presidente de la Generalitat de Catalunya, ha afirmado que “Cataluña no es solo el Barça, también es el Espanyol, el Girona, el Nàstic…”, en unas declaraciones a Cafè d’idees que han generado una visible incomodidad en los sectores acostumbrados a identificar al club azulgrana como sinécdoque institucional de la región. La frase no es un simple apunte futbolístico. Es una ruptura con décadas de esencialismo nacional-deportivo que han asimilado, sin matices ni alternativa, que el FC Barcelona representa a Cataluña en su totalidad.
Illa estará en el RCDE Stadium
Illa asistirá al derbi entre el Espanyol y el Barça en el RCDE Stadium. Lo hará como presidente, sí, pero también como socio perico, y con una naturalidad que ha bastado para poner nervioso a un relato oficial construido sobre la hegemonía política de la culerada. El gesto institucional —neutro, en apariencia— se ha convertido en gesto político por contraposición a todo lo anterior.
Apoyará al Espanyol
Preguntado por su papel, Illa fue claro: “El presidente va con todos los clubes catalanes. Salvador Illa ya sabe con quién va”. Y en esa respuesta doble se concentra toda la carga del momento. El presidente no solo ha decidido no esconder su afinidad, sino ponerla en contexto, sin pedir disculpas. En una comunidad autónoma donde la simbología deportiva ha sido usada como extensión del discurso identitario, recordar que existen más clubes —y que también son Cataluña— es un acto de precisión democrática. No hay provocación, hay realidad. Que esa realidad moleste es revelador. Lo que está en disputa no es un partido, una liga o la permanencia, sino la legitimidad de la pluralidad. El Espanyol existe. Y ahora, por fin, también lo saben en el Palau.