La Marcha Global a Gaza sufrió otro traspié. Ayer, mientras los manifestantes que pretenden llegar a la Franja, en solidaridad con los palestinos, se aglutinaban en la periferia de El Cairo, la policía egipcia detuvo su paso y una turba civil los agredió. A botellazos, así recibieron en el corazón del Nilo a Jaume Asens y Tesh Sidi (Sumar), Víctor Egío (Unidas Podemos), Anna Alsera (ERC) y David Fernández (CUP), así como a un millar de personas más.
Deportaciones arbitrarias
Los organizadores de la protesta han difundido un comunicado a los medios de comunicación tras el incidente. Denuncian que las autoridades egipcias “se están llevando a la fuerza a los manifestantes para su deportación bajo falsos pretextos”. Asimismo, subrayan su “pacifismo” e informan que “continuan las negociaciones con las autoridades egipcias.
Luca Bonafante, un activista argentino desplazado a Egipto, narró muy brevemente en ‘X’ lo ocurrido: “Cayó la noche y llegaron los micros [furgonetas] de la policía egipcia. Hubo forcejeos y metieron a muchas personas adentro. No dicen a dónde los llevan. Nosotros logramos escaparnos antes. Me desconecto hasta nuevo aviso”.
¿Justicia poética o vulneración de derechos?
En España las reacciones a la noticia han sido inmediatas. Éstas se dividían entre el apoyo a “los valientes” que han decidido enrolarse en la Marcha, y críticas furibundas de quienes consideran que los “volemacollir” [queremos acoger], simplemente toparon con la realidad de Oriente Medio.