The Times no perdona. En una demoledora crítica contra Sánchez, el editorial del periódico -de talante conservador pero internacionalmente reconocido por lo metódico de sus repotajes y riguroso de sus investigaciones-, acusa a nuestro estimado presidente de liderar una administración “ramplona”, marcada por la opacidad, el clientelismo y los (presuntos) escándalos de corrupción. En un editorial sin concesiones ni medias tintas, el rotativo da por “agotado” su mandato y cuestiona abiertamente su legitimidad moral para seguir en el poder hasta 2027.
El tono es especialmente duro. El editorial recupera el apodo de “el galgo”, en referencia a su costumbre de esquivar las crisis, y como “el Teflon Don”, en alusión a su actitud chulesca e impávida ante los múltiples casos que han salpicado a su entorno más cercano. “El pueblo español merece algo mejor”, sentencia con avidez el texto, que no olvida la tendencia a responsabilizar a la oposición y a los jueces -una cualidad democrática sanísima, por cierto- de cualquier contratiempo político o judicial, calificándola de vergonzosa.
El artículo repasa sus principales escándalos; la dimisión de Santos Cerdán -la gota que ha colmado el vaso- tras conocerse una investigación policial por presuntos sobornos, la causa abierta contra Begoña Gómez y las sospechas sobre el hermano de Sánchez por potenciales tratos de favor. “El primer ministro ve conspiraciones por todas partes, pero lo cierto es que la justicia y la policía parecen estar actuando con rigor”. Parece que el relato de la ultraderecha mediática no acaba de calar más allá de nuestras denostadas fronteras.
No todo se ha centrado en sus escándalos. El rotativo también tiene munición para su política, calificada de deficiente. Su «gestión» de la DANA y los recientes apagones que paralizaron aeropuertos y trenes se llevan la palma. También su contraproducente política de vivienda y su alineamiento con formaciones nacionalistas para sostener un gobierno autodenominado como progresista pese a depender, entre otros, del foralismo más desacomplejadamente conservador.
“Un gobierno con principios no se ve así”. Claro, consiso y contundente, tambaleando esa última baza que Sánchez asegura poseer; su (des)prestigio internacional.
