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Rufián se quita la careta y cabrea al independentismo

El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián.
El portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián.

Caretas fuera, Rufián se quiere quedar en Madrid. Aún sin ser explícito en su candidatura -tonto no es-, Rufián se deja ver como posible cabecilla de una hipotética entente de izquierdas españolas que, defendiendo la idea de de una España plurinacional y amparándose en el precedente de las pasadas elecciones europeas, concurra a las próximas generales con el objetivo de hacer piña y combatir a la extrema derecha -ya saben, todo aquello a la derecha del PSOE-.

La idea no es nueva y Rufián no se postula para liderar. El propio parlamentario ha dicho que “le da igual” quien esté en cabeza, pero defiende la solvencia de la idea. Sus antecedentes y gusto por el parlamentarismo estatal, pero, nos dan una aproximación de sus intenciones. Sus bajas cotas de popularidad entre el votante independentista -en mínimos históricos- también disipan dudas. Rufián quiere quedarse en las instituciones, es su lugar, y se reformulará en lo que sea necesario.

Sus palabras han sentado como una patada al electorado más fiel de ERC. Las filas republicanas empiezan a entonar el “traïdor”. No es extraño. Hace años que se especula sobre el compromiso soberanista del diputado, y, tras sus -algo- más de 18 meses en el Congreso, su electorado empieza a estar muy crispado.

Su rebranding lleva tiempo en marcha. Cada vez son más los socialistas que hablan lindezas del candidato, y no es casualidad. Las formas se han moderado, el vestir ha mejorado y el respeto institucional, que brillaba por su ausencia al inicio de su paso por Madrid, empieza a dejarse ver. El votante independentista, por su parte, tiene otro engaño que añadir a la lista. Todos contentos.

María Riera
María Riera
Licenciada en Ciencias de la Información por la UCM.

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