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Cien con el Gobierno Frankenstein

Cien con el Gobierno Frankenstein
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Que la cirugía estética suele producir pasado algún tiempo resultados más bien penosos en quien intentó estirar sus alicaídas mejillas o rellenar sus otrora carnosos labios es algo bien conocido. En este mundo de exposición continua quien más y quien menos ha tenido numerosas ocasiones de comprobarlo y hasta sentir cierta lástima al contemplar los estragos en el rostro de algún actor famoso o la vecina de al lado. Algo así está ocurriendo en el plano político al presidente del Gobierno Frankenstein, urdido con despojos por cuatro cirujanos sin escrúpulos a lomos de un Peugeot en 2016. Son ya tantos los apaños salidos del búnker monclovita y el ministerio de la Presidencia para recomponer un rostro marcado por los surcos dejados por los engaños continuos, para ocultar con botes de humo los nada edificantes negocios familiares, y, en fin, para desligarse de la corrupción de sus más íntimos colaboradores en el gobierno y el PSOE, que el resultado de las últimas intervenciones para recuperar su aura progresista lo han transformado en una momia viviente envuelta en su mortaja. ¡No hay quirófano ni cirujano plástico capaz de arreglar tanto estropicio! 

Un manifiesto pedestre

Mientras el convaleciente presidente Sánchez viajaba a Hispanoamérica para distraer la atención de las instrucciones judiciales que han puesto en jaque a su gobierno progresista, un centenar de ciudadanos suscribía un manifiesto para trasladarle su “apoyo a la continuidad de la legislatura, encabezada por el gobierno de coalición progresista, con un programa de medidas contundentes y concretas contra la corrupción, con avances sociales y en derechos civiles, que mejoren la vida de la ciudadanía”. Para los firmantes, “el ataque, desde todos los frentes conservadores y reaccionarios, al Gobierno de coalición progresista y su presidente se asemeja más a una conspiración para derribar a un gobierno legítimo, que a la crítica política propia en un sistema democrático”. Algunos ingenuos creíamos que los únicos intentos de derribar a un gobierno democrático desde 1978 habían sido la asonada militar de Armada y Tejero en febrero de 1981 y la declaración de independencia de Cataluña organizada y financiada en octubre de 2017 por algunos de los socios de Sánchez en el Congreso. 

La verdad es que ni el tono ni la finura del análisis político del manifiesto dicen mucho en favor de estos firmes guardianes del progreso que confunden las valoraciones críticas a los gobiernos de Sánchez realizadas desde medios de comunicación con pulsaciones ideológicas muy variadas, las posiciones igualmente diversas de la oposición a la que se enfrentan con aliento contenido en cada votación del Congreso, y las investigaciones en distintas instancias judiciales que han llevado a sentar en el banquillo a los más fieles y próximos colaboradores de Sánchez durante la última década, con un ataque coordinado desde todos los frentes conservadores y reaccionarios, frente donde supongo incluyen también a todos los líderes socialistas que han expresado sus discrepancias con la actuación de un gobierno desleal con la Constitución y con sus votantes, y han denunciado los infames acuerdos urdidos con golpistas y prófugos de la justicia para auto amnistiarlos. Pedir a estas alturas de la película a Sánchez que lidere con medidas contundentes la lucha contra la corrupción da una idea de la altura moral e intelectual de los firmantes del manifiesto.

Corruptos entre ceja y ceja

En la lista de firmantes publicada aparecen los nombres de conocidos personajes del mundo del espectáculo (cantantes hoy progresistas y otrora peceros, directores y actores de cine, etc.) y varios escribidores supervivientes de las purgas ideológicas practicadas en El País para transmutarlo de diario independiente en medio alineado con el régimen sanchista. A nadie puede sorprenderle la presencia de personajes habituales que ya suscribieron manifiestos en favor del inefable Rodríguez Zapatero en 2008, un ilustre pensador socialista que en un alarde de profundidad aclaró a los suyos que “ideología significa idea lógica y en política no hay ideas lógicas”. Por lo visto, no ha hecho demasiada mella en su disposición conocer los trapicheos del embajador Morodo y su hijo en Venezuela y las sospechosas idas y venidas del exvicepresidente Zapatero, quien hoy ejerce de embajador plenipotenciario del presidente Sánchez ante el dictador Maduro y la vicepresidenta Delcy Rodríguez, la misma que fue recibida con nocturnidad y secretismo en Barajas por el ministro Ábalos, entonces mano derecha de Sánchez, portando unas maletas sobre cuyo contenido y paradero seguimos sin tener noticias. Animo a quien dice saberlo a que lo diga.

Pero lo que más me ha llamado la atención en la lista de firmantes no ha sido la presencia de una nutrida representación de exministros de Zapatero y hasta alguno de González, incluido el previsible clan de lo que podríamos denominar el cupo catalán del PSC en el gobierno (Castells, Clos, Montilla y Subirats), sino la presencia de Chaves y Griñán, ministros, presidentes de la Junta de Andalucía y presidentes del PSOE, y Álvarez, consejera de Hacienda de la Junta y ministra de Fomento, los tres condenados por la Audiencia provincial de Sevilla a cárcel o inhabilitación por su participación en el mayor caso de corrupción política padecido en España: 679,4 millones destinados a comprar voluntades por la Junta para mantenerse al frente de otro gobierno ‘legítimo’, desalojado no por una conspiración de las hordas conservadoras sino en las urnas. 

No hay excusa

A la vista de los hechos, cabría suponer que firmar un manifiesto junto a políticos corruptos ha pasado también a formar parte del nuevo sentir progresista, como en su día lo fuera militar en el PCE, pese a que cualquier persona informada conocía los crímenes perpetrados por el partido en España durante la Guerra Civil y no digamos ya en la U.R.S.S. y países satélites por Stalin y sus camaradas, antes, durante y después de la II Guerra Mundial. Claro que bien podría ocurrir que algunos de los firmantes desconocieran quienes iban acompañarlos en el trance y se sientan hoy avergonzados de aparecer junto a destacados intérpretes de la corrupción institucional del PSOE. Siendo algo menos benevolentes, no puede descartarse tampoco que algunos representantes del mundo de la cultura esconden intereses más prosaicos y han cambiado de camiseta y seguido el sabio consejo de que “en política no hay ideas lógicas” y se puede, por tanto, cambiar de bando.

La decisión de firmar un manifiesto para mostrar su “apoyo a la continuidad de la legislatura” no puede juzgarse por las buenas o malas compañías que puede depararle la suerte a quien da ese paso, ni por las buenas o malas intenciones del firmante, sino por lo que verdaderamente significa avalar en julio de 2025 a un gobierno cuya corrupción va mucho más allá de los actos concretos de pillaje cometidos por dos o tres tipos sin escrúpulos que pasaban por allí mientras el Gran Jefe estaba ocupado diseñando políticas progresistas en su despacho hasta altas horas de la madrugada. Esta imagen me ha recordado unos versos de Neruda dedicados al Gran Camarada: “En tres habitaciones del viejo Kremlin / vive un hombre llamado José Stalin. / Tarde se apaga la luz de su cuarto. / El mundo y su patria no le dan reposo.” (Canto General, 336-339). A buen seguro que las víctimas del atroz tirano no compartían sus elogiosos versos.

No, ni mucho menos. Los firmantes del manifiesto parecen estimar que suavizar las penas por malversación de caudales públicos, conceder indultos y auto amnistiar a golpistas y malversadores, utilizar al fiscal general imputado para descarrilar procesos judiciales, condonar más deuda a la Generalidad de Cataluña que a otras CC. AA y estar a punto de conceder a los ciudadanos catalanes una financiación singular que amenaza con quebrar la financiación de los servicios sociales en el resto del resto de Comunidades Autónomas de régimen común es el no va más de la progresía. O bien que, aun estando en desacuerdo con algunas de estas decisiones de los gobiernos de Sánchez, carecen de la entidad suficiente, aunque no expliquen por qué, como para poner fin a la legislatura. En cualquier caso, los firmantes dejan bastante claro que defender la igualdad de todos los ciudadanos y la división de poderes en España pesa ya muy poco en la cestilla de supervivencia de quienes se consideran a sí mismos ‘progresistas’.

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