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La heladería de Gràcia señalada por un conseller de ERC sufre un ataque vandálico

Un grupo nacionalista ha grafiteado la persiana con el mensaje "Fascistas de mierda" y ha dañado el rótulo del establecimiento. Ningún partido secesionista ha condenado la acción

La fachada vandalizada / X.

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Las hostilidades no cesan frente a Helados Dellaostia, el popular negocio del barrio de Gràcia acosado por el nacionalismo. Si ayer contábamos en EL LIBERAL que Guillem Roma, conseller de distrito de ERC, señaló en redes a la heladería por un supuesto caso de discriminación lingüística, hoy el local ha amanecido vandalizado.

La persiana fue dañada con un grafiti que reza “Fascistas de mierda”, mientras que el rótulo aparecía repleto de pegatinas contra el turismo y cartelería en la que se podía leer “Este local no respeta el catalán”.

Mofa

A medida que la noticia corría como la pólvora en ‘X’, varios nacionalistas se acercaron a las inmediaciones para fotografiar a los trabajadores y al propio dueño mientras limpiaban la fachada. “Ya puedes ir limpiando, chico. En Hellados Dellaostia ya saben que hay cosas que en Gràcia no se pueden hacer. Los colonos a su casa”, publicó Joan Lafarga, empleado de la administración pública.

Josep María Altafulla, otro usuario, también se jactó de la acción vandálica y manifestó: “Se les ha complicado la faena”, adjuntando de nuevo imágenes en las que aparecían los trabajadores reparando los destrozos.

Silencio cómplice

Roma, que ayer se esforzó en pasear a su mujer por un podcast de Ràdio Gràcia narrando su versión de los hechos, a estas horas aún no ha condenado la acción xenófoba perpetrada contra Helados Dellaostia.

Núria, su pareja, explicó en antena que un responsable de la heladería, al percatarse de que ella se dirigía en catalán a una de sus empleadas —pese a no entender el idioma—, le espetó: “¿Tienes algún problema con el español?”. Una respuesta que, según su relato, la ofendió profundamente y vino precedida de una suerte de apología del Reino de España.

El señalamiento público, amplificado por figuras mediáticas del secesionismo como Antonio Baños y Lluís Llach, así como por asociaciones culturales como Òmnium Cultural, derivó primero en una avalancha de reseñas negativas en internet, para luego allanar el terreno a los simpatizantes de la Kristallnacht.

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