Este 17 de septiembre el Banco de España facilita el último dato sobre la Deuda Pública española. A final de julio de 2025 dicha Deuda es 1,680 billones de euros, un 102,3% del PIB. Son 34.000 euros per cápita. Tremendo dato.
Un año antes, al final de julio de 2024, el volumen de dicha Deuda era 1,617 billones de euros, un 104,2% del PIB.
El Gobierno suele presumir de lo bien que lo está haciendo en este tema fijándose sólo en el porcentaje Deuda/PIB. Ciertamente, en los últimos doce meses, dicho porcentaje ha pasado del 104,2% al 102,3%. Ha descendido un 1,9%. Esto es una buena noticia.
Pero la noticia no es tan buena si nos fijamos en el volumen absoluto de la Deuda. En los últimos doce meses, ese volumen ha pasado de 1,617 billones a 1,680 billones. Ha aumentado en 63.000 millones de euros; 5.250 millones al mes; 173 millones diarios. Estas cifras merecen varios comentarios.
1. El Gobierno sigue endeudándose a un ritmo acongojante
El crecimiento del volumen de la Deuda en los últimos doce meses (173 millones diarios) es la continuación de una política de endeudamiento sostenida desde que Pedro Sánchez asumió la Presidencia en junio de 2018. En aquella fecha la Deuda Pública era 1,204 billones. Ahora es 1,680 billones. Ha crecido en 476.000 millones: 182 millones diarios. Es un dato consistente con los 173 millones diarios de los últimos doce meses.
2. Ese endeudamiento excesivo se produce en un contexto de buena recaudación fiscal
En 2023 la recaudación por los grandes impuestos del Estado (IRPF, Sociedades, IVA, Impuestos Especiales) aumentó un 6,7 % respecto a 2022.
En 2024 esa recaudación aumentó un 8,5 % respecto al 2023.
Entre enero y julio de 2025 esa recaudación aumentó un 11 % respecto a lo recaudado entre enero y julio de 2024.
Con esos crecimientos de recaudación, podría suponerse que el Estado no necesitaría endeudarse tanto. Pero no ha sido así. Pese a disponer de mucho más dinero, el Estado ha seguido con su política de gastar más y más. En este Gobierno no hay la más mínima señal de contención del gasto.
3. Este volumen de deuda es un lastre para el futuro
Endeudarse tanto tiene costes elevados. La factura por los intereses a pagar va creciendo. Para este año 2025 se prevén 41.000 millones de euros. Es una hipoteca voluminosa, que compromete gravemente el déficit y más en un escenario de aumento muy importante del gasto en Defensa. Es urgente imponer desde ya un límite al crecimiento de la Deuda y eso exige reducir el déficit. Esta es la tarea prioritaria.
4. ¿Tiene mérito disminuir el porcentaje de Deuda/PIB?
El crecimiento del PIB es la suma del crecimiento real y la inflación. No es raro que el crecimiento de la Deuda (a causa del déficit) esté por debajo de la suma de ambos factores. Vamos a verlo.
En 2022 el PIB fue 1,376 billones. En 2023 fue 1,498 billones. Es un crecimiento nominal del 8,9 %. (Descontando la inflación, el crecimiento real fue el 2,5 %). La Deuda pasó de 1,504 a 1,575 billones: creció un 4,7 %, mucho menos que el 8,9 % de crecimiento nominal del PIB. Así se explica que el porcentaje Deuda/PIB pasase del 109,5 % en 2022 al 105,1 % en 2023.
En 2023 el PIB fue 1,498 billones. En 2024 fue 1,594 billones. Es un crecimiento nominal del 6,4 % (3,5 % real). La Deuda pasó de 1,575 a 1,621 billones: creció un 2,9 %, mucho menos que el 6,4 % de crecimiento nominal del PIB. Así se explica que el porcentaje Deuda/PIB pasase del 105,1 % al 101,8 %.
Así pues, reducir este porcentaje tiene poco mérito. Con un nivel de inflación en torno al 2,5 % y un nivel de crecimiento real del PIB en torno también al 2,5 %, y manteniendo déficits en torno al 3 %, se va reduciendo el porcentaje Deuda/PIB en dos puntos anuales.
Es más: con un crecimiento real nulo del PIB, es posible seguir reduciendo ese porcentaje. Basta con que el porcentaje de inflación supere el déficit. No hay motivos para que el Gobierno presuma de esto.
5. ¿Nos anima la comparación con Francia o Italia?
Francia está muy mal. En 2024, con un déficit del 5,8 %, su Deuda es de 3,305 billones, el 113 % de su PIB. Ese altísimo déficit lo gangrena todo. Necesita urgentemente recortar gasto público, lo cual es dificilísimo dada su situación política ingobernable. Este es un asunto hiper-crítico.
Italia está mal. En 2024, con un déficit del 3,4 %, su Deuda es de 2,97 billones, el 135 % de su PIB. El déficit se está conteniendo, pero su PIB no crece y el volumen de Deuda es estratosférico.
Alemania es otra cosa. En 2024, con un déficit del 2,8 %, su Deuda es de 2,69 billones, el 62,5 % de su PIB. Eso es un ejemplo. Pero necesita que su PIB vuelva a crecer.
Ante lo que pasa en Francia o Italia, la situación española (en 2024: 2,8 % de déficit y 101,8 % de Deuda) podría verse con cierto optimismo. Creemos, sin embargo, que no hay lugar para esa impresión. Que las cuentas públicas de Francia o Italia sean más problemáticas que las de España no significa que las nuestras sean buenas. En absoluto. Francia e Italia están mal, pero España no está para echar las campanas al vuelo, ni mucho menos.
Conclusión
Este Gobierno es incapaz de conseguir un déficit sustancialmente inferior al 3 %. Eso implica aumentar la Deuda en 50.000 millones más cada año. Así, nunca cumpliremos los objetivos de la UE. Y es increíble que eso sea así en un contexto de crecimiento del PIB y de la recaudación fiscal. Esto tiene todo que ver con la gravísima inestabilidad política del Gobierno, y su absoluta sumisión a las exigencias de sus socios. Tener que prorrogar los Presupuestos por tercera vez es la mejor prueba de la parálisis.
Asusta pensar qué pasaría si el PIB y la recaudación fiscal se ralentizan.