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Montjuïc, de las barracas a las tiendas de campaña

El supuesto progresismo del gobierno socialista del Ayuntamiento de Barcelona no está dando una verdadera respuesta a las necesidades sociales de la ciudad

Tiendas de campaña en los bajos de un edificio ubicado en la calle Lleida, en Montjuïc (Google Maps).
Tiendas de campaña en los bajos de un edificio ubicado en la calle Lleida, en Montjuïc (Google Maps).

Montaña y mar se encuentran en el Paseo de Montjuïc, que desemboca en el puerto. Sin embargo, lo que debería ser un espacio cuidado y atractivo se ha convertido en un lugar donde, por la noche, aparecen tiendas de campaña. Hemos pasado de las antiguas barracas a que las personas acampen en zonas verdes e incluso en la acera. Y lo más sorprendente es que la ciudad de Barcelona está gobernada por un partido socialista que presume de progresista.

¿Es progresista que haya personas durmiendo en la calle? ¿Es progresista ser cómplice de la dejadez de una zona verde? La respuesta es clara: NO. Que nadie se engañe: no se trata de hechos puntuales, sino que en ocasiones se convierten en asentamientos. Y no solo se acampa: también hay quienes se asean en las fuentes públicas o cocinan en las zonas altas del parque, con el consiguiente riesgo de incendio. Todo ello, además, genera un incremento de la suciedad en la vía pública.

El presupuesto municipal destinado a la limpieza asciende a 419 millones de euros al año (limpieza, recogida de residuos y alcantarillado). Con semejante cantidad, la ciudad debería estar resplandeciente. Sin embargo, basta con dar un paseo para preguntarse: ¿dónde se limpia realmente? La ordenanza de civismo (aún pendiente de modificación en esta legislatura) prohíbe acampar en la vía pública y cocinar en zonas verdes. Entonces, ¿para quién son las normas? La respuesta es sencilla: para quienes pagamos impuestos.

La permisividad genera más libertad para quienes no cumplen las normas y, en consecuencia, más inseguridad para quienes sí las respetan

En Barcelona cada vez hay más personas que viven —o, mejor dicho, sobreviven— en la calle. Según los últimos datos publicados (octubre de 2024), hay más de 4.000 personas sin hogar, de las cuales 1.245 duermen directamente en la vía pública. No se puede ser cómplice de los asentamientos ni de la normalización de que tantas personas tengan que sobrevivir en las calles. Y conviene señalar que, mientras algunas no generan conflictos, otras sí cometen actos delictivos que aumentan la inseguridad que ya sufren los vecinos.

Es imprescindible dar una respuesta social a quienes lo necesiten, reforzando el número de profesionales que les atiendan, ampliando las plazas y extendiendo los horarios de los centros de acogida. Y no solo cuando hace frío: dormir en un espacio seguro y digno jamás debería depender del termómetro. Al mismo tiempo, es necesario actuar con firmeza, dentro del marco legal, ante las conductas delictivas. La permisividad genera más libertad para quienes no cumplen las normas y, en consecuencia, más inseguridad para quienes sí las respetan.

El supuesto progresismo del gobierno socialista del Ayuntamiento de Barcelona no está dando una verdadera respuesta a las necesidades sociales de la ciudad. No se trata únicamente de aumentar el presupuesto, sino de invertirlo y gestionarlo de forma eficaz. Quienes presumen de ser un gobierno progresista deberían hacerse menos fotos publicitarias y ocuparse de los problemas que realmente preocupan a los ciudadanos. Y, sobre todo, deberían hacerse una pregunta: ¿sabemos gestionar? Porque quien gestiona sin conocimiento no solo desperdicia dinero, sino que agrava los problemas. Mientras tanto, seguiremos viendo más tiendas de campaña en Montjuïc, símbolo del desgobierno.

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