Un Funeral de Estado. Así fue la despedida de Charlie Kirk, celebrada en el State Farm Stadium de Glendale, Arizona, en un ejercicio de beatificación multitudinária del nuevo republicanismo que ha convertido al joven en el mártir de referencia de MAGA.
The worst mistake the Left has ever made was assassinating Charlie Kirk.
— Matt Van Swol (@matt_vanswol) September 21, 2025
We are witnessing the greatest revival of Western values in American history and it is burning with the fury of 1,000 suns.
Evil will regret that day for all eternity.
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Donald Trump, JD Vance y una veintena de altos funcionarios de la nueva administración ocuparon el centro del escenario junto con las figuras mediáticas más destacadas del trumpismo, destacando a Tucker Carlson y Steve Bannon. El mensaje fue inequívoco: la muerte de Kirk no es un cierre, es un inicio. El inicio de una nueva etapa en el conservadurismo americano, que se desdibuja entre religión y patriotismo para dar inicio a la ofensiva. “Todos sus actos fueron consecuencia de su fe”, dijo Vance. Stephen Miller fue más allá al prometer “terminar su misión”. «Su asesinato le ha vuelto inmortal».
Erika Kirk, viuda de Charlie, aportó -como cabía esperar- un fuerte componente emocional. Perdonó públicamente al asesino de su esposo, apeló a la fe cristiana y provocó una ovación de pie. Su gesto de reconciliación contrastó con el tono combativo de Trump, que aprovechó el púlpito para lanzar un ataque frontal a la oposición. «Yo sí odio a mis enemigos”. Su postura fue también recibida con el júbilo de un movimiento con debilidad por la épica.
El nuevo conservadurismo americano construye así un relato de sacrificio para enarborar a su base. El adiós a Kirk evidencia su fuerza política. En el altar del funeral se alzó a un mártir. MAGA está más vivo que nunca, y ha decidido plantarse contra la persecución.