España moviliza a la Armada. Pedro Sánchez ha anunciado de manera oficial el despliegue de un buque de acción marítima desde Cartagena con el objetivo de “asistir o rescatar” a la flotilla humanitaria que se dirige a Gaza bajo la capitanía mediática de Ada Colau.
Breaking | Spain has announced that the vessel supporting the Global Sumud Flotilla will be the Furor P-46, a Spanish Navy high-seas patrol ship.
— Quds News Network (@QudsNen) September 24, 2025
Commissioned in 2017, the 93-meter-long warship is manned by 52 specialized sailors.
Prime Minister Pedro Sánchez confirmed the… pic.twitter.com/JY5KQymnDN
El movimiento ha dado que hablar, tanto a nivel doméstico como internacional. Óscar Camps, fundador de Open Arms, lo ha celebrado efusivamente: “no es un favor, es un deber”, el filántropo defiende que el Estado debe garantizar la seguridad de ciudadanos en alta mar. Seguridad, recuerdan algunos, que los implicados han comprometido de manera deliberada y con pleno conocimiento de los riesgos. El objetivo oficial es ese; “garantizar la seguridad de los participantes y, en caso necesario, intervenir en labores de rescate”. La decisión, aseguran, responde a «ataques previos sufridos por la flotilla», que hasta el momento se han resumido en 2 bengalas lumínicas y la presencia «amenazante» de drones alrededor de los barcos.
Ciudadanos, oposición y medios internacionales más especializados acusan al Gobierno de «instrumentalizar el conflicto y de usar el anuncio como elemento de distracción» frente a sus problemas internos. Vox ha ido más lejos, deñalando que el Ejecutivo estaría «favoreciendo a organizaciones terroristas» al respaldar la flotilla. También ha habido notorios aplausos por «el compromiso humanitario de Sánchez», que se suma a Meloni en Italia.
A nivel interno, las dudas parecen concentrarse en el ámbito económico y diplomático. No hay cifras oficiales concretas para esta operación precisa, pero se estima millonaria para proteger una operación de alto riesgo, calificada por muchos de stunt mediático. Existe a su vez el riesgo de escalar las tensiones con los hebreos. ¿De verdad consideramos a Israel capaz de comprometer la integridad física de ciudadanos europeos?