Los encontronazos entre el president del Parlament y la líder de Aliança Catalana se han convertido ya en un clásico de la legislatura. De casas ideológicas similares, pero siglas y talante distintos, sus choques en la aplicación del reglamento parlamentario nos acompañan a menudo en redes, escenificando la ruptura entre los dos modos de hacer política que caracteriza nuestra época y envalentonando al sector -aún representativamente marginal- que capitanea Orriols.
En defensa de la diputada, cabe decir que las interrupciones a sus intervenciones se antojan extrañas, al menos en la contundencia de sus formas. Rull asegura que se limita a aplicar estrictamente el reglamento. Según su recuento, solo ha interrumpido a Orriols en 8 ocasiones a lo largo de más de 250 intervenciones, y acusa al equipo de comunicación de Aliança de «exagerarlo» para establecer un relato de victimismo y persecución.
ATENCIÓ 14.33 h: Josep Rull amenaça Sílvia Orriols. pic.twitter.com/s9cFRsTCUr
— Sergi Maraña (@SergiMaranya) June 26, 2024
Su saña, sin embargo, no la vemos con el resto de señorías, y es bien sabido por todos que Junts, el partido de Rull, sale especialmente damnificado por el auge de Aliança Catalana y Sílvia Orriols. Quizás el subconsicente le juega una mala pasada.
Por su parte, en Aliança lo tienen claro. Califican las declaraciones de Rull de «excusas» y le acusan de persecución. Es cierto que hay un punto que hace chirriar la versión oficial del líder de la Cámara; el «discurso del odio». Es dentro de ese concepto qué ampara la mayoría de sus reprimendas, sin acabar de explicar demasiado bien porqué las palabras de Orriols entran en esa categoría. La definición del término es vaga y genera notables discrepancias, incluso entre miembros de una misma formación. Además, representantes de Junts han replicado argumentos y posicionamientos de Aliança, usando la misma base discursiva y sin ser reprimidos por ello. El cabreo de los de Orriols se intuye algo justificado.