España paga los billetes a la flotila y Portugal marca el camino. El Ejecutivo luso ha dejado claro que los ciudadanos que se unieron a la Flotilla y ya han vuelto a casa deberán pagar su propio billete. El motivo parece de lo más razonable: “viajaron bajo su propia responsabilidad”.
Portugal es con diferencia, y desde hace años, el país más decente de la Península.#PalestinaLibre #Flotilla #FlotillaPorPalestina pic.twitter.com/r2IGX2E5gq
— Héctor (@hectorgeta) October 8, 2025
La decisión contrasta con la del Gobierno español, que gustoso se ha hecho cargo de los gastos para la vuelta de nuestros héroes particulares. Los portugueses lo tienes muy claro: la participación en la flotilla fue un acto voluntario y con pleno conocimiento de los riesgos, por lo que el Estado no debe sufragar las consecuencias de una acción “activista y no humanitaria”. José Manuel Albares, por contram justifica su decisión en salvaguarda de «derechos fundamentales».
En el caso español, se percibe como un movimiento político y mediático, más que como una respuesta de emergencia real. Las críticas apuntan a que el PSOE busca capitalizar el episodio para reforzar su imagen y desviar la atención de los presuntos escándalos de corrupción que salpican a varios ministerios, así como de los datos negativos de la economía española. Generar polémica pagando los billetes para cambiar el foco del debate.
Mientras en España la vuelta de la Flotilla se ha desarrollado a bombo y platillo, con distintos integrantes ya en los platós de televisión, Portugal opta por una estrategia sobria y discreta.
La diferencia entre ambos enfoques muestra prioridades políticas distintas: mientras Lisboa se aferra a la prudencia institucional, Sánchez y compañía parecen más interesados en transformar un episodio menor en un relato épico de “solidaridad”, en un momento en que la narrativa interna necesita oxígeno.