Junts necesita marcar perfil propio. Los de Puigdemont apretaron ayer con escarnio al Gobierno socialista, en una intervención homologable a los momentos más tensos con la oposición popular. Nogueras arremetió con mucha dureza contra la política fiscal sanchista, calificando el modelo de expolio y defendiendo abanderadamente a autónomos y PYMES ante las subidas impositivas del Gobierno y sus planes de futuro, que siguen en la misma línea.
Los posconvergentes parece decidido a ocupar un espacio político que han dejado vacante; el conservadurismo periférico: un discurso de gestión, liberal y firme en lo identitario, cuyo abandono favorece a Aliança Catalana, acechando cada día en las encuestas. En su intervención, Nogueras no solo habló de impuestos, sino también de inmigración y de “orden social”, dos temas hasta ahora incómodos para Junts, se han convertido en terreno fértil para Sílvia Orriols y Jordi Aragonès.
La estrategia es tan evidente que genera hasta ternura: frenar la sangría de votos hacia la derecha orriolista y recuperar el voto urbano, empresarial y de clase media que un día fue el corazón del espacio convergente. Para ello, Junts ensaya una oposición nítida, menos ambigua. Al final del día, pero, es difícil olvidar que Sánchez no solo es Presidente gracias alos votos de Junts, si no que es también su inmovilismo lo que le mantiene en el poder. Si tan poco les gusta la agenda socialista, quizás va tocando dejar de facilitarla parlamentariamente.
En el Congreso, algunos diputados reconocen con la boca pequeña que el tono de Junts empieza a mutar en exceso. Menos complacencia, más exigencia. Si el Gobierno sigue acumulando desgaste por la presión fiscal, la inmigración y el coste del Estado, quien sabe, quizás Junts decide ser consecuente por primera vez en 7 años.