Siempre pagamos los mismos. La empatía no es precisamente la protagonista en el Gobierno de Pedro Sánchez. Más bien ocurre lo contrario: es un presidente que gobierna en función de sus propios intereses, con un único objetivo claro, mantenerse en el poder a cualquier precio.
Y si, como se dice, por los gestos y las actuaciones se conoce a las personas, basta con observar la última ocurrencia de este Gobierno: pretender subir las cuotas de los autónomos. Aunque finalmente hayan tenido que rectificar, esa marcha atrás no hace sino evidenciar su incompetencia en la gestión y su incapacidad para reconocer errores o pedir disculpas.
Aun con la rectificación, conviene recordar que la intención inicial era aplicar en 2026 un aumento de las cuotas de entre un 8,7 % y un 34,9 %, según los tramos. Lo más preocupante es que hicieron esta propuesta sin el menor pudor, demostrando una vez más una gestión marcada por la ignorancia y el castigo sistemático a quienes cumplen con las normas.
Es posible que muchos en el Gobierno nunca hayan trabajado por cuenta propia y desconozcan la realidad del autónomo: facture más o menos, siempre tiene gastos fijos que cubrir y vive en una constante incertidumbre que afronta día a día.
Está claro que a este Gobierno del PSOE y SUMAR le gusta presionar a quienes trabajamos, ya sea por cuenta propia o ajena.
Con nuestros impuestos mantenemos un Ejecutivo sobredimensionado, con 22 ministerios y más de 1.200 asesores, de los cuales más de 600 trabajan directamente para Sánchez. Recortar el gasto público no parece estar entre las prioridades ni en los objetivos de este Gobierno.
Demasiados asesores, y lo peor es que muchos de ellos actúan como simples palmeros, más preocupados por conservar el cargo que por ejercer una crítica constructiva.
Pedro Sánchez tampoco ha sabido elegir bien a sus compañeros de viaje, algunos con imputaciones muy graves y un preocupante déficit de ética y respeto, como se desprende de los audios incluidos en el informe de la UCO.
Por supuesto, es evidente que los impuestos son necesarios, pero deberían destinarse a las verdaderas necesidades del país y de los ciudadanos. Resulta incómodo pensar, al pagar el IRPF o el IVA, que parte de ese dinero sirve para mantener el sueldo de un diputado como el señor Ábalos, que hace tiempo debería haber dejado su escaño y que ni siquiera muestra respeto cuando se refiere a las mujeres.
Igualmente, indignante es que nuestros impuestos financien vuelos para ex-miembros de la banda terrorista ETA, como ocurrió con los dos pasajeros de ‘La flotilla’ que se negaron a regresar en un avión militar. Cotizar para costear este tipo de gastos es, sencillamente, humillante.
Se dice que ser de izquierdas es defender a los trabajadores, pero este Gobierno hace justo lo contrario: subida tras subida de impuestos, mientras reparte concesiones y prebendas a sus socios para poder seguir aferrado al poder. A Sánchez no le importa España; le importa su sillón.
En Barcelona, el Gobierno municipal socialista continúa en la misma línea: con la propuesta de presupuestos 2026, mantiene la presión fiscal sobre las familias y presume de “congelar” algunos impuestos. Es lamentable que, teniendo superávit, no sean capaces de aliviar la carga fiscal de los barceloneses.
En definitiva, siempre pagamos los mismos los costes del desgobierno.





